EL KAISER
DE SARRIÀ
Hablar de Josep Parra es hablar de elegancia y calidad, fue un avanzado a su tiempo, ya que era impropio ver a un central noble, hábil con el balón, incapaz de dar patadas a destiempo, hecho que le generaba ciertos reproches del público blanquiazul, y sin duda fue un precursor de lo que iba a ser la figura del libero de los años setenta con el alemán Franz Beckenbauer como gran estandarte de esa demarcacion.
Marcó una época defendiendo los colores blanquiazules y sus actuaciones destacadas le valieron para ser mundialista en Brasil 1950, donde el combinado español consiguió una fabulosa actuación, una meritoria cuarta posición. Diez temporadas en blanquiazul que dejaron un recuerdo imborrable que le catapultaron en ser considerado como uno de los grandes defendiendo la camiseta espanyolista.
SUS INICIOS
Josep Parra, pese que sus padres eran murcianos, nació en Blanes el 22 de agosto de 1925. Pronto con su familia voló hacia la Ciudad Condal, donde empezó sus primeros pinitos en el mundo del balón. Los Parra eran cuatro hermanos, Juan, Ángel, José y Mercedes, pero sólo él fue quien se dedicó jugar seriamente al futbol. Creció en la calle Radas, en el barrio del Poble Sec, disfrutando del futbol en los aledaños del Estadio de Montjuic, que junto a sus amigos con una pelota de serrín jugueteaban por las plazoletas cercanas al emblemático estadio. También en su colegio de Barcelona, Collaso de la Brecha de San Pablo del Campo, demostraba la gran calidad que iba atesorando el futuro Kaiser blanquiazul.
Parra celebrando la comunión
Poco a poco se veía que aquel muchacho prometía en el mundo del futbol y el equipo de su barrio se hizo con sus servicios e ingresó en el equipo amateur del SEC. Sus actuaciones en la Satalia, el histórico campo de la calle Margarit, pronto le hicieron subir al primer equipo del Poble Sec, donde militaba en la regional catalana. Su clase y crecimiento hicieron que el de Blanes destacara con fuerza. Sus actuaciones hicieron que José Boter, ojeador del Barcelona, se interesara por sus servicios. Pese este interés, Parra se enroló en el conjunto grisgrana del Júpiter, jugando por verdadera afición en el que se llamó Campo del Gas, en la calle Taulat del Poble Nou de Barcelona.
Dejó la escuela, para ser aprendiz en una farmacia de la Calle Buenavista de Gracia y le fue tomando afición a preparar recetas y potingues inclinándose por los estudios farmacéuticos. Pero con sus irregularidades, originados por los entrenamientos y partidos de escapatoria que algunas veces jugaba, dando excusas en la farmacia, acabó por cambiar de profesión. Trabajó en una fábrica de puños para paraguas. Posteriormente en una empresa de tejidos de Terrassa, hecho que propició que en el año 1945, el Terrassa F.C. de la tercera división se hiciera con sus servicios. La primera prima que cobró fue de 500 pesetas, por fichar de “aficionado”. Más tarde, ya le dieron una ficha de 4.000 pesetas al firmar por el club egalense, pero finalmente, invitado a rellenar la cartulina rosa del profesional, percibió algo más potable: 10.000 pesetas.
En la ciudad egarense plantó sus raíces y se quedó a vivir de por vida en dicha localidad. Como jugador egarense, la familia Parra vivió un duro golpe, el fallecimiento de su padre, que durante sus últimos veinte años se vio lastrado físicamente teniendo que ir en silla de ruedas. Esta situación, hizo que José Parra se tomara el futbol de manera más profesional y un medio de vida para sostén de su familia. Su buena progresión hizo que tras año y medio en el cuadro vallesano, el Espanyol se hiciera con sus servicios en 1947.
De hecho, el club blanquiazul tuvo que hacer un esfuerzo para incorporar al prometedor jugador, que en el Terrasa desempeñaba su juego como centrocampista, ya que el Nàstic de Tarragona también pretendía sus servicios, que en aquel entonces militaba en la máxima categoría nacional.
PREDESTINADO EN SER PERICO
Una de las anécdotas que ha contado siempre nuestro protagonista es la que el destino le guardaba ser del Espanyol, incluso cuando él no sabía ni donde se encontraba Sarrià y ni mucho menos lo había pisado, así la contaba el legendario defensa blanquiazul. “En una ocasión, un amigo mío del Poble Sec, que era culé, me dijo que si quería ir a Les Corts con él a ver al Barça, porque su padre que era dueño de los carnets no podía ir. Imagínese, ir a ver un partido del Barcelona. Yo estaba encantado, vivía el partido con toda intensidad. Hubo dos jugadas similares, una por bando, con entrada fuerte del defensa al delantero. Cuando la dureza la puso el visitante, mi amigo saltó como una fiera; luego cuando fue al revés, se mantuvo impasible. Yo le dije “hombre ha sido como la de antes”. Y él me contestó: ¡Eso lo dices porque eres Espanyol! Y yo no sabía ni donde jugaba!” Unos años después, ya como jugador perico, volvió a encontrarse a aquel amigo de la infancia y éste, después de darle un abrazo, le recordó “¡Ya decía yo que tú eras periquito!”
EMPIEZA SU VIDA EN BLANQUIAZUL
Los informes del técnico Pepe Planas tras presenciar un encuentro frente al Sant Andreu, solicitó al presidente Francisco Roman que ficharan a ese joven centrocampista del Terrassa. A finales de 1947, tras sus dos buenos años en Terrassa, el Espanyol no dudó en fichar al centrocampista del equipo egarense, para apuntalar la zona medular del cuadro periquito. Debido a una “oportuna” lesión del gran centrocampista del “Pirata” Fábregas, el técnico Pepe Espada pronto le hizo debutar en la media espanyolista, fue el 18 de enero de 1947 frente al temible Atlético de Madrid que disponía en sus filas a la temible delantera de seda, sobrenombre del periodista José María Ubeda del periódico Pueblo, cuyos integrantes eran Vidal, Silva, Campos, Escudero y el ex blanquiazul, Josep Juncosa, aunque en Sarrià sufrían la baja de Campos.
Ciertamente, el de Blanes fue uno de los más destacados para los blanquiazules, dejando bien a las claras su enorme clase. El partido tuvo una parte para cada uno, si en la primera los blanquiazules se impusieron en el terreno de juego ante un gris At. de Madrid, en la segunda mitad, los colchoneros apretaron las tuercas y por poco no se llevaron la victoria de Barcelona. El resultado final, un justo empate a dos.
Una instántanea del choque entre Espanyol y Atlético
Tras su brillante debut, fue un fijo para las alineaciones de Pepe Espada, siendo unos de los líderes de la medular blanquiazul, pese a su juventud y no tuvieron más remedio que reubicar al carismático Fábregas en otra posición.
RCD ESPANYOL: Trías, Casas, Mariscal, Celma, Parra, Llimós, Sospedra, Rosendo Hernández, Artigas, Calvo y Basilio.
At. de Madrid: Antonio Pérez, Riera, Aparicio, Mencía, Arnau, Cuenca, Juncosa, Vidal, Jorge, Escudero y Silva.
Goles: 1-0: Minuto 32, Sospedra. 1-1: Minuto 44, Jorge. 1-2: Minuto 55, Silva. 2-2: Minuto 77, R. Hernández.
Árbitro: Señor Jauregui (Colegio Guipuzcoano).
Incidencias: Partido celebrado en Sarrià, el 18 de enero de 1948, correspondiente a la decimosexta jornada del campeonato de Liga. Lleno hasta la bandera.
SÚ ÚNICO GOL EN PRIMERA
Si recordada siempre es la fecha del debut, no menos es la del primer gol y para Parra tampoco se hizo esperar en demasía, ya que debido a sus funciones de contención en la medular no se prodigaba demasiado en ataque. Fue contra el Celta el 17 de octubre de 1948 en Sarrià, donde los blanquiazules batieron contundentemente a los gallegos por 5 a 0.
El de Blanes sentó cátedra en el Espanyol
El de Blanes abrió la cuenta blanquiazul a los 34 minutos. ¿Cómo fue el gol? después de una bonita combinación entre Camer y Artigas, la defensa gallega logra rechazar el peligro del área, pero en la frontal de la misma se encuentra Parra, que de un fuerte disparo bate al portero Simón, por toda la escuadra izquierda, un bello tanto, que curiosamente fue el único en primera división del de Blanes.
DE MEDIO A CENTRAL
Pepe Espada, el mister del Espanyol, viendo las cualidades del de Blanes decidió retrasar a la posición de central durante el transcurso de la temporada 1948/49, sus grandes cualidades físicas y técnicas le permitieron jugar a pleno rendimiento como zaguero, siendo considerado para los que le vieron jugar el defensa más noble, con una técnica exquisita y todo un anticipo de lo que iba a ser el líbero de los sesenta, que el legendario jugador alemán Franz Beckenbauer iba a elevar a la máxima expresión.
A Parra le brillaba su clase incluso como central
Su forma de jugar encandiló a Sarrià, pero los más puristas pese reconocer su enorme calidad, le achacaban su falta de contundencia y su excesiva limpieza, pero esas virtudes le sirvieron para sentar una época en blanquiazul y un lugar de honor en el Mundial de Brasil, donde con la selección española consiguió un meritorio cuarto lugar. Tal fue así, que en 1951, unos guardiamarinas brasileños que pasaron por Barcelona, le trajeron banderines de varios clubs canarinhos como recuerdo y homenaje a sus fabulosas actuaciones en aquel inolvidable Mundial.
EN REBELDÍA
El central espanyolista vivió uno de los capítulos más rocambolescos y polémicos de su carrera como futbolista antes de iniciarse la temporada 1949-50. La historia arranca el 28 de agosto del año 1949, quedaban tan sólo 8 días para que se iniciara la competición de liga. Sarrià afrontaba su último amistoso antes del comienzo de la temporada. La debilidad del rival, el Badalona, y la complicada climatología en forma de chubascos tormentosos hicieron que la entrada en las gradas sea testimonial. Se preveía una tarde sin demasiadas emociones, pero algo llamó enseguida la atención del público, y lo hizo en forma de tablón que empezaba a recorrer en manos de un empleado del club en la banda del terreno de juego, ya que el club aún no disponía de megafonía. ¿De qué se podía tratar? Pues ni más ni menos de un mensaje donde la directiva del club optaba por hacer pública una guerra interna que el socio y aficionado perico desconocía totalmente:
“Se advierte al público que los jugadores Parra, Artigas, Celma y Veloy no toman parte de este partido por haberse negado a jugar. Firmado, la Junta Directiva”.
Se daba la circunstancia de que los cinco (los cuatro mencionados más Rosendo Hernández) estaban presentes en el estadio presenciando el partido entre el público, lógicamente, el aficionado perico comenzó a murmurar contra los rebeldes. En el terreno de juego, aprovechándose de la poca entidad de los badaloneses, la parte del Espanyol no declarado en rebeldía dominaba a placer e hizo su particular festín frente a un débil Badalona. Iban cayendo los goles a favor de los pericos: uno, dos, tres… así hasta cinco, que hicieron que uno de los presentes en tribuna llamara a la cara de los jugadores, coreado por el resto de pericos presentes: “¡No os necesitamos para nada!”
Evidentemente, esta frase, fruto de la rabia y del desconocimiento de las razones que llevaron a los jugadores a declararse en rebeldía, era una falsedad palmaria. Si que se necesitaban a ese póker de ases, sólo había que ver cómo analizaba la prensa en papel de esos puntales del equipo:
Artigas, cuya carrera ascendiente vistiendo la camiseta españolista fue una de las notas destacadas de la pasada temporada, también se resiste a jugar mientras no se solucione el asunto de los cinco rebeldes.
¿Podrá volar muy lejos el Español sin sus dos medios volantes Celma y Veloy? Ésta es la pregunta que se hacen todos sus simpatizantes en este momento en que ambos están a punto de ser declarados en rebeldía. También Celma “se hizo” en el Tarrasa, mientras que Veloy empezó a despuntar en La Coruña.
Parra, una de las más auténticas revelaciones de nuestro fútbol. En una temporada, del anonimato al primer plano. Lo fichó el Español procedente del Tarrasa. Es uno de los cinco rebeldes.
El caso de Hernández es “especial”. A punto de ir al Barcelona y con la promesa de que su fichaje sería realidad… se encontró compuesto y sin novia. Oficialmente, Hernández no juega porque tiene un esguince. Pero aquí, la procesión va por dentro… y no nos sorprendería que Hernández confiara aún en jugar esta temporada con el Barcelona”.
He aquí que lo que mayoritariamente desconocía la gente, era el motivo de esta negativa a saltar al terreno de juego. Un año antes, en pleno 1948, desató al fútbol español una agria polémica, fruto de una situación ciertamente anómala. Muchos jugadores que habían sido fijados de equipos de categorías inferiores acostumbraban a firmar sus contratos federativos en blanco, ansiosos por jugar en un equipo de primera línea, dándose el caso de que se establecían unas diferencias salariales verdaderamente escandalosas dentro de una misma plantilla. La Federación, consciente de esta situación injusta, decidió que en el plazo de un año todos los futbolistas afectados por este tema finalizaban la relación contractual con sus equipos. Y este fin de contrato tenía lugar aquel verano de 1949, en que evidentemente tenían que renegociar los vínculos equipo-jugador. Y como en el club blanquiazul no se aceptaba esa medida federativa, que afectaba precisamente a los jugadores más sacrificados y brillantes la anterior temporada, que tenían que ver cómo otros jugadores venidos como fallidas estrellas se llevaban unos sueldos mucho mejores que los suyos, los interesados decidieron no disputar ningún partido con la camiseta blanquiazul hasta que se renegociara su sueldo. Sin embargo, los directivos del club presentes en Sarrià el día de autos también dieron su versión de los hechos: “En el Español se guarda silencio sobre los “rebeldes” de Sarriá. Ausentes el presidente y el vicepresidente, se aguarda su llegada para tomar importantes decisiones al respecto. Hemos podido, pero, localizar telefónicamente a un directivo, que nos ruega el incógnito en razón de las ausencias citadas. Su punto de vista es, pues, meramente particular:
-Lo que yo no comprendo –nos dice- al paso que van las cosas, es que valor tienen la firma de un jugador de fútbol. Ellos estampan alegremente sus rúbricas a los pies de los contratos que pueden estudiar a fondo, cobran sus billetes y si al otro año les parece que quieren cobrar más… se colocan en rebeldía. ¿Qué pasaría si un club, cuando un jugador no rinde, pese a tenerle firmado contrato, se declarase en “rebeldía” y lo pusiese de patitas en la calle, sin indemnizarlo? En los casos concretos de Parra, Celma, Veloy y Artigas, el Español no ha podido portarse mejor. Tenía perfecto derecho a firmarles contrato por cinco años cuando la Nacional dispuso la modificación de los célebres “contratos en blanco”. Dejamos la cosa en tres años, a fin de que la temporada 1950-51 pudiesen cotizar una gran ficha. Se les aumentó el sueldo, se acordó pagarles una cantidad anual con la que estuvieron de acuerdo. Todos ellos aceptaron estas condiciones y firmaron… Pero, por lo visto, la firma de un profesional del fútbol no tiene valor. Es papel mojado. Creo que la federación debe intervenir seriamente, ya que de cundir el mal ejemplo las rebeldías serán fruta de cada temporada…”.
El presidente Sáez desbloqueó la situación
Afortunadamente, la capacidad de convicción y negociación del presidente Paco Sáenz y del vicepresidente Luis Trias de Bes revelaron como en excepcionales, porque el primer partido de liga, disputado el 4 de septiembre en Sarrià contra la Real Sociedad, Parra, Veloy y Artigas fueron de la partida inicial, y los otros dos rebeldes, con o sin causa, se incorporaron las siguientes jornadas sin más contratiempos, pero con una buena historia que contar: el día en que el Espanyol les declaró públicamente en rebeldía, y de trance que vivieron cuando su propia afición se volvió en su contra al ser informada desde el mismo terreno de juego de su negativa a saltar al césped de Sarrià. Cabe reseñar que este relato fue contado en Pericos Online, Històries blanc-i-blaves, por los maestros Xavier Boró y Jordi Puyaltó.
ESTRENO COMO INTERNACIONAL
A Josep Parra la llegó la oportunidad de estrenarse como internacional en el partido de vuelta en la eliminatoria válida para la clasificación del Mundial de Brasil 1950 contra Portugal. El central gerundense fue convocado para este decisivo partido por el seleccionador Guillermo Eizaguirre, tras lesionarse en el partido de ida en Chamartín el central barcelonés del Atlético de Madrid, José Luis Riera.
España partía como favorita, al batir a los lusos por 5 a 1 en Madrid, pero la diferencia de goles no servían y una derrota en Lisboa condenaba a los españoles a un partido de desempate en París. Por lo que el partido era de vital importancia para los españoles y el debut del central espanyolista no sería nada sencillo.
Tal y como estaba previsto España sufrió mucho para conseguir su billete para Brasil. Pese que los españoles se avanzaron en el primer tiempo con un gol de Zarra, los portugueses nunca dieron su brazo a torcer y remontaron el partido en dos minutos en la reanudación de la segunda mitad. Eso condenaba a los españoles a un indeseado desempate en París.
El segundo tanto de Portugal en imagen
Todo pintaba mal, el Campo do Jamor con 80 mil portugueses enfervorecidos y un árbitro casero que pitó un inexistente penalti a Portugal, que fallaron, y anuló un gol a Basora en la segunda mitad a todas luces legal. Cuando peor panorama se avecinaba en el seno español, surgió la genialidad del delantero del Athletic Gainza, “El gamo de Dublín”, que a ocho minutos para el final, agarró un zurdazo que dejó helada a Portugal y clasificaba a España para el Mundial de Brasil.
La actuación de Parra, no fue muy brillante, lejos de sus actuaciones como perico, pero si fue muy sobria y sujetó a la perfección al escurridizo delantero luso Cabrita, por lo que su debut fue meritorio más teniendo en cuenta la dificultad del envite.
Portugal: Capela, Barrosa, Felix, Carvalho, Ferreira, Serafim, Correia, Arsenio, Travassos, Cabrita y Albano.
España: Eizaguirre, Gonzalvo II, Parra, Ontoria, Puchades, Panizo, Asensi, Basora, Gainza, Molowny y Zarra.
Árbitro: Jack Mowat (Escocia).
GOLES: 0-1: Zarra (24′); 1-1: Travassos (51′), 2-1: Correia (53′), 2-2: Gainza (82′).
Incidencias: Partido disputado el 9 de abril de 1950 en el Estadio Nacional do Jamor en Lisboa, correspondiente al partido de vuelta para la clasificación en el Campeonato del Mundo de Brasil.
MUNDIALISTA EN BRASIL
Su buena actuación en Lisboa y su buen hacer en el Espanyol, le hizo acreedor de una plaza en la selección para ir al Mundial de Brasil. Destacar que otro perico, el delantero canario Rosendo Hernández, le acompañaría en esa fabulosa aventura hacia tierras brasileñas.
Parra disfrutó en Brasil fuera y dentro del campo
La selección afrontaba el Mundial con optimismo e ilusión, sin mucho que perder y mucho que demostrar. El grupo era una piña y la ilusión en la expedición hispana era palpable. De esta forma España llega a Brasil, donde tendrá como primer adversario a Estados Unidos. Parra no entra en los planes del seleccionador. A priori se prevé fácil pero que pese al tres a uno definitivo, se le complicó en demasía a los pupilos de Guillermo Eizaguirre. Especialmente polémico el resbalón sufrido por el cancerbero Eizaguirre que propició el tanto norteamericano Gaerjens en el minuto 17. Victoria incierta que los técnicos interpretan como un serio aviso, por lo que ven conveniente la introducción de algunos cambios de cara el siguiente partido, donde el de Blanes es uno de los favorecidos.
El debut de Parra sería frente a Chile en el marco incomparable: Maracaná. Entran el citado Parra, que llevaba el dorsal número 5, a más a más del cancerbero Ramallets y Panizo. Los damnificados son el portero Eizaguirre, Antúnez y elespanyolista Rosendo Hernández. La entrada de Panizo traslada a Igoa al interior derecho y esto provoca la homogeneidad de un equipo que da sensación de fortaleza defensiva y mucho poder ofensivo.
El once español contra Chile
Así España comienza a confirmar su buen momento y el sensacional estado de gracia de un futbolista llamado Telmo Zarra, un vendaval ofensivo, “la mejor cabeza de Europa después de Churchill”, un sensacional delantero que remataba con la cabeza incluso con más fuerza y precisión que con el pié. Y colgando de Zarra y Basora en el apartado ofensivo y de la seguridad de Parra en la retaguardia, más la presencia siempre segura del buen portero Ramallets. España venció de forma clara a Chile con goles de Basora y Zarra.
España: Ramallets, Gabriel Alonso, Parra, Gonzalvo II, Gonzalvo III, Puchades, Basora, Igoa, Zarra, Panizo, Gaínza.
Chile: Livingstone, Álvarez, Farias, Roldán, Busquets, Carvallo, Prieto, Cremaschi, Robledo, Muñoz, Díaz.
Árbitro: Alberto da Gama Malcher (Brasil).
GOLES: 1-0: Basora (17’); 2-0: Zarra (33′).
Incidencias: Partido disputado el 29 de junio de 1950 en el Estadio Maracaná de Rio de Janeiro, correspondiente al segundo partido de la primera fase del grupo B del Campeonato del Mundo de Brasil.
EL GOL DE ZARRA
De esta forma España llega al partido más importante del grupo en el que se enfrentará a Inglaterra. “La Pérfida Albión”, que participaba por primera vez en un campeonato mundial, cabeza de serie y que había caído contra todo pronóstico ante Estados Unidos.
Parra y Zarra en un entrenamiento en Brasil
Por tanto un partido de altos vuelos en el que Inglaterra tenía la imperiosa necesidad de ganar para clasificarse. Un partido que acabará entrando en la leyenda del fútbol español y cantará por las ondas de RNE el genial Matías Prats. Sucedió un 2 de julio, en un encuentro que el propio Zarra (Telmo Zarraonandía, 1921) calificó como “el partido del siglo”. Gracias a aquel gol España lograba, por primera y única vez en su historia, hasta que en 2010 “La Roja” se alzó con el campeonato del mundo.
La selección inglesa necesitaba ganar y a España le bastaba con el empate, pero los españoles salieron al campo con hambre de victoria. “España ha escrito hoy en el estadio de Maracaná una de las páginas más gloriosas de su fútbol”, comenzaba diciendo la crónica telegráfica del corresponsal del periódico ABC en Londres, Inocente Palazón Olivares.
Así recogía el gol ABC, visto en directo por 120.000 espectadores: “A los tres minutos del segundo tiempo se produce el gol de la victoria española. El portero, Ramallets, saca con la mano sobre Gonzalvo III, que avanza y pasa a Gaínza; este, a Panizo, quien cede a Puchades, retrasado; el medio español, a Gaínza; el avance lo corta el medio derecha, Wright. El despeje de este va al defensa Alonso, que pasa adelantado y cruzado a Gaínza, que, de cabeza, lo envía a Zarra, y éste remata sin parar hasta el fondo de la red.
El mítico gol de Zarra en Maracaná
El gol imparable de Zarra es acogido con inenarrable ovación por parte de los espectadores españoles y parte del público brasileño”. La victoria por 1-0 fue histórica porque dejaba fuera de la lucha por el título a nada menos que Inglaterra, “maestros” e “inventores” del fútbol mundial y el equipo “más calificado, sin duda, de los que participaban en la competición”. Aún se recuerda ese encuentro como uno de los más emocionantes que se hayan visto en la historia de los mundiales.
Resumen del partido entre España e Inglaterra
El mismo Jefe de Estado, el Generalísimo Francisco Franco envió un telegrama de agradecimiento al capitán y los jugadores: “Al terminar la retrasmisión con que seguí el emocionante encuentro y brillantísimo triunfo –decía–, os envío mi entusiasta felicitación por vuestra técnica y coraje en defensa de nuestros colores. ¡Arriba España!”.
Aquel remate de Zarra, considerado durante décadas el “mejor goleador de la historia del fútbol español”, tenía un significado mucho más amplio, pues para muchos fue el “final de la hegemonía futbolística de Inglaterra”, como lo escribió el célebre periodista español Matías Prats en la Tribuna Abierta.
Parra en acción frente los «Pross»
Gol histórico que pese al empuje de una gran selección inglesa no puede con un equipo español colosal que recibe todo tipo de elogios, desde Ramallets -al que se compara con el mejor Zamora- pasando por Alonso, Parra y Gonzalvo II, la perfecta dualidad que conformaban Puchades y Gonzalvo III, la habilidad en la creación de Igoa y Panizo, la velocidad y la calidad de los dos extremos Basora y Gaínza y la grandeza de Zarra, un delantero de época.
España: Ramallets, Gabriel Alonso, Parra, Gonzalvo II, Gonzalvo III, Puchades, Basora, Igoa, Zarra, Panizo, Gaínza.
Inglaterra: Williams, Ramsey, Hughes, Eckersley, Wright, Dickinson, Matthews, Mortensen, Milburn, Baily, Finney.
Árbitro: Giovanni Galeati (Italia).
GOLES: 1-0: Zarra (48′).
Incidencias: Partido disputado el 02 de julio de 1950 en el Estadio Maracaná de Rio de Janeiro, lleno absoluto. Correspondiente al tercer partido de la primera fase del grupo B del Campeonato del Mundo de Brasil.
UN HISTÓRICO CUARTO PUESTO
La aventura española, después de una brillante primera fase, seguía tras la histórica victoria ante uno de los favoritos, Inglaterra, que supuso el premio a una fase definitiva en la que España se enfrentó a los dos finalistas, logrando un empate a dos ante la futura e inesperada campeona, la Uruguay de los Obdulio Varela, Schiaffino o Ghiggia.
Curiosamente un resultado que supo a poco por las expectativas creadas, porque España se puso 2 a 1 en el marcador con sendos tantos de Basora, y por el balón que mandó a las nubes Igoa en una inmejorable ocasión. Fallo previo a la igualada de Varela que unida a la lesión de Ramallets -que jugó toda la segunda mitad mermado en sus facultades físicas- hizo disiparse las esperanzas españolas de victoria.
Cuatro días más tarde España se enfrenta a la temida y gran favorita selección brasileña que venía de golear 7 a 1 a Suecia, en sus filas futbolistas tan geniales como Bigode, Friaça, Zizinho, Jair y Chico.
Se teme lo peor y se cumplen los peores presagios cuando a los 31 minutos los brasileños vencen por un contundente 0-3. La superioridad es manifiesta, Brasil vence claramente por un contundente 6 a 1. Una lección en toda regla con Maracaná como testigo, la confirmación de que tras la histórica victoria sobre Inglaterra la selección española había perdido gas y gran parte de su seguridad.
El equipo que se enfrentó a Brasil
Y para cerrar este mundial y la positiva etapa del cuadro español de Guillermo Eizaguirre como seleccionador, otra pequeña decepción ante Suecia. Encuentro final disputado el 16 de julio de 1950 en Sao Paulo en el que España cae por tres goles a uno, disipándose así las aspiraciones españolas de acabar en la tercera posición. Parra jugó todos los encuentros de esta segunda fase, disputando un total de cinco encuentros mundialistas.
El once de la selección con los pericos Parra y Rosendo contra Suecia
Reseñar que su última presencia con la selección española fue en el amistoso disputado en el célebre estadio de Heysel de Bruselas frente a la selección de Bélgica., donde ambos equipos empataron a tres el encuentro.
EL MÍTICO 6 a 0 AL BARCELONA
Parra vivió como jugador uno de los derbis más recordados y entrañables para el españolismo, el del 6 a 0 en Sarrià. La fecha del 15 de abril de 1951 fue un día histórico para el Espanyol y los derbis ante el Barcelona, ya que ha sido hasta ahora la goleada más abultada en un partido de liga, Copa o en Europa, ya sea como local o como visitante.
El partido sucedió en un domingo soleado del mes de abril. Se disputaba la 29 ª jornada de Liga. Sarrià estaba a rebosar para presenciar el espectáculo del derbi. El Barça frente el partido sin ninguna opción al título al haber sido vapuleado del campo del Sevilla por 4 a 0 y sólo optaba a ser segundo. El Espanyol afrontaba el partido con los nervios de evitar la promoción, ya que luchaba con el Racing, Deportivo La Coruña y Málaga para evitar una de las dos plazas de la promoción, ya que la otra estaba adjudicada al Murcia. Por lo tanto el partido tenía suficientes ingredientes para que fuera muy caliente.
El once perico que humilló al Barcelona
El Estadio de Sarrià contemplaba un gran número de aficionados culés para hundir al eterno rival en el dramatismo de la promoción. El entrenador azulgrana era Fernando Daucik, técnico que implantó el esquema del fuera de juego como gran baza y hasta entonces revolucionario. Además de realizar una decisión muy polémica la de excluir al delantero César para poner a su lugar al defensa Calvet. Por parte españolista, estaba como entrenador Pepe Nogués, ex-técnico y jugador del Barça, que encaraba el encuentro con las bajas de Trias, Soto, Argilés y Piquín. Esto propició que entraran en el once Soler, como portero, Veloy, Diego y Grau. El árbitro era el vasco Rivero. Ambos conjuntos plantearon el mismo esquema un 3-2-5, la clásica W-M de la época.
Parra frena a Basora en un derbi
El Espanyol en un principio no se pudo escaparse de la trampa del fuera de juego, pero al cuarto de hora de juego, esta táctica se hizo añicos. Marcet, como cerebro de los pericos, retrasó su posición para atraer al central culé Biosca, de esta manera poder lanzar largas aperturas por las bandas a Grau, Arcas o Egea, que esperaban que la pelota superara a la defensa azulgrana, lenta y sin recursos, ya que fue superada por Arcas que se deshizo de Segarra, pero no de Ramallets, pero en el rechazo el defensa Martin erró y Grau se aprovechó para abrir el marcador. Los 28 minutos de juego, Marcet presionado por Biosca se escoró a la banda derecha donde centró al primer palo para que Arcas anticipase a toda la retaguardia culé y anotara el segundo gol con un golpe suave de cabeza. Sólo dos minutos más tarde, Marcet recuperaba el balón en el centro del campo y lanzó un pase en profundidad entre en Biosca y Segarra, para que en Grau por velocidad los superase y encarara al portero, superándolo con un tiro cruzado por alto y colocar el tercero en el marcador. El delirio en las gradas era total y no era para menos. Pero el festival no había terminado aún y tres minutos más tarde el Espanyol metió el cuarto, obra de Marcet, que culminó una acción iniciada por el delantero Xirau que superó a la defensa y ante la salida desesperada de Ramallets y recuperar el rechazo de su propio disparo, retrasó el balón hacia en Marcet porque este chutara un pepinazo que se estrelló de nuevo en la red culé, sin que Gonzalvo III pudiera evitar el gol con su salto a la desesperada. Con este 4 a 0 se llegaba al descanso.
El Barça hizo cambios tácticos para reponerse del duro correctivo de la primera parte, pero todo resultó en vano para los hombres de Daucik, ya que los 3 minutos de juego de la reanudación, una falta en la frontal del área culé se estrelló en la barrera defensiva y el rechace lo aprovechó Egea que por velocidad ganó de nuevo a la defensa azulgrana para cruzar por alto el balón ante la mirada atónita de Ramallets, que se hacía cruces de lo que estaba pasando aquella histórica tarde.
El festival perico finalizó el minuto 83 de juego, cuando Arcas escapa por velocidad por la banda sin que ningún defensa sea capaz de detenerlo y ante la salida de su amigo Ramallets le supera por bajo y anotar el sexto gol perico.
Memorable resultado el vivido en Sarrià
Así se culminaba una de las más memorables actuaciones de nuestro club en un terreno de juego. Un 6 a 0 que a pesar haga ya más de seis décadas, aún perdura como la goleada más abultada e histórica entre los enfrentamientos en partidos de Liga y Copa entre los dos equipos de la ciudad de Barcelona, es decir, en competición nacional e internacional.
R.C.D. Espanyol: Soler, Veloy, Parra, Celma, Flotats, Diego, Grau, Marcet, Arcas, Xirau y Egea.
FC Barcelona: Ramallets, Martín, Biosca, Segarra, Szegedy, Gonzalvo III, Basora, Marcos Aurelio, Calvet, Seguer y Nicolau.
Árbitro: Rivero (Colegio vizcaíno)
GOLES: 1-0: Grau ( 15′ ) ; 2-0: Arcas ( 28′ ), 3-0: Grau ( 30′ ), 4-0: Marcet ( 33′ ), 5-0: Egea ( 48′ ) i 6-0: Arcas ( 83′ ).
UNA NOCHE DE PERROS
El Espanyol se prestaba a inaugurar el campeonato de Liga 1952/53 en el campo de Balaídos en Vigo. El cuadro espanyolista hacía el viaje en avión hacia tierras gallegas, pero el mal tiempo provocó que a medio camino el avión tuviera que aterrizar en Bilbao. Desde la capital del Bocho, la expedición blanquiazul fletaron varios taxis de manera rápida, teniendo que viajar toda la noche para llegar a Vigo. Los de Scopelli llegaron tan sólo veinte minutos antes de disputar el encuentro. ¿El resultado? Victoria perica por 0 a 1, gracias a un tanto de Marcet. Ese Espanyol avisaba a todo el mundo que ese año sería un duro rival y que ni las inclemencias meteorológicas evitarían una temporada inolvidable a manos de Scopelli.
LA MEJOR ZAGA NACIONAL
El Espanyol envuelto, como muchas veces, en una guerra interna turbulenta por la adquisición en propiedad de los terrenos de Sarrià, que pertenecía a la familia De la Riva, finalmente se solucionó con la llegada al mando del club de don Francisco J. Sáenz que hizo la fumata blanca y adquirió en propiedad el Estadio a cambio de 5 millones de las antiguas pesetas. Eso permitió al club centrarse en formar un equipo más competitivo. El egarense Argilés y Cata en la defensa, se unían a un ya consagrado y mundialista Parra, formando una de las mejores líneas en el panorama nacional, que se le sumaba a un formidable cancerbero, el francés Marcel Domingo que venía procedente del Atlético de Madrid y solventaba un problema en la portería ya que el legendario Trias ya era muy veterano.
Parra posando junto a su hijo y su cuñado Argilés
A esa seguridad defensiva, se le añadió gente de calidad en la media como Artigas, que sustituía al “Miserias” Flotats que marchó al Barcelona, dando un salto de calidad en la media y en la delantera estaba una delantera que marcó una época: Marcet, Arcas, Mauri, Piquín y Egea, acompañados de Colino que gozaba de una dorada madurez.
Ese formidable equipo explotó en las manos del “Conejo” Alejandro Scopelli, gran figura del futbol argentino, trajo ideas revolucionarias y métodos psicológicos eficaces. Bajo su mando, el Espanyol ganó fama y volvió ser temido. El cuadro blanquiazul permaneció las once primeras jornadas imbatido de la temporada 1952/53, siendo el líder de la competición, practicando un gran futbol y con una gran arma secreta: “El oxígeno”, que consistía en que los jugadores hacían unas inhalaciones de oxígeno durante la media parte, mediante bombonas de oxígeno.
Scopelli junto al Dr. Navés con el famoso oxígeno
Al margen de la oxigenoterapia y sus dudosos resultados científicos, la verdad es que el equipo perico mezclaba un juego moderno y a su vez vistoso con su técnica y velocidad. Finalmente el Espanyol acabó cuarto, la falta de banquillo y el cansancio hizo mella al equipo que se deshinchó en el rush final, pero al menos tuvo el honor de conseguir la Copa Reloj Duward, un trofeo que la marca de relojes Duward otorgaba anualmente al club menos goleado de la Primera División de España.
Al año siguiente, el Espanyol repitió el cuarto puesto en la Liga, aunque esta vez tuvo pocas opciones de alzarse con el título, y también reeditó la Copa Reloj Duward, al ser de nuevo el equipo menos batido del campeonato, demostrando la gran calidad de la zaga perica con un indiscutible Parra al frente.
Parra como capitán recogiendo la Copa Duward
Esas extraordinarias actuaciones en la zaga blanquiazul le valieron para que continuamente salieran rumores de su inminente marcha del club por el interés de los grandes equipos nacionales, como el Real Madrid o el Atlético de Madrid, pero el club siempre se cerró en banda a una posible marcha del emblemático defensa perico y él jamás puso de su parte para abandonar la entidad que tanto quería.
El equipo titular del oxígeno que marcó una época
UNA DURA SANCIÓN
Tras dos grandes campañas del Espanyol con Scopelli al mando, pronto los blanquiazules intuirían que las cosas no serían tan halagüeñas. En el segundo partido de la Liga 1954-55, en Sarrià frente al Athletic de Bilbao. El conjunto vasco a la hora de partido vence por 0-2. Parecía todo sentenciado, pero los blanquiazules no se rindieron y en el minuto 74′ Marcet lograba acortar distancias (1-2). El tanto anima al Espanyol que, con más corazón que buen juego, arremete contra la meta bilbaína.
Y en pleno asedio llegaba la jugada clave. Minuto 83 de partido, cuando un pase largo de Marcet habilita a Cruellas que, frente a Carmelo, lo bate por bajo. Llegaba el anhelado empate y Sarriá estalló de júbilo. El colegiado dio validez a la jugada señalando el centro del terreno de manera ostensible, pero……. junto a la tribuna principal se alzó el banderín del juez de línea. El señor Luis López Moreno, que ya en la primera parte anuló un gol a los espanyolistas y que apreció de nuevo posición ilegal, esta vez de Cruellas.
El gol anulado a Cruellas que desencadena toda la polémica
Alertado del banderazo y ante la insistencia de los jugadores rojiblancos que se arremolinaron junto al juez de línea, Díaz Argote accedía a consultarle. Finalmente, y en medio de una espectacular bronca, el colegiado varió su decisión inicial y termina anulando el gol. Los jugadores espanyolistas, alentados por la ira de la grada, y llenos de impotencia e indignación al ver que Díaz Argote se mostraba inflexible ante sus reclamaciones, adoptaron una actitud pasiva en señal de protesta. No mostraban ningún interés en reanudar el partido e incluso algunos, se tumbaron sobre el césped. Ante ello, el colegiado solicitó la presencia del delegado de campo, el directivo Alberto Aguilá Armengol, en un intento de que los blanquiazules depusieran su actitud. Pasados unos instantes sin que variara la esperpéntica situación, Díaz Argote, todavía con el delegado de campo dentro del rectángulo, ordena la reanudación del juego con el lanzamiento de la infracción que propició la anulación del gol. En medio del estupor general y con todos los jugadores blanquiazules ajenos al devenir del juego, el Athletic puso la pelota en juego y Arieta I, cruzaba el campo sin oposición alguna para anotar el tercer gol. Para valorar la escena, baste con decir que Marcel Domingo, meta blanquiazul, se hallaba fuera del arco. Ante la incredulidad general, el colegiado da validez al tanto (1-3) y una vez situado el esférico en el círculo central, ordenaba al Espanyol que reanudara el juego.
El colegiado Díaz Argote centro de todas las iras
Pero no es posible. Los blanquiazules continuaban su particular protesta. Mientras proseguía el diálogo del árbitro con el delegado de campo, un espectador impecablemente vestido con traje azul, saltó al terreno de juego y pateó despectivamente el balón enviándolo a un lateral del campo con la pertinente ovación del púbico, en un clima de mofa generalizada. La situación era de puro esperpento.
La sentada de los jugadores del Espanyol en pleno césped de Sarrià
Superado por los acontecimientos y viendo como el escándalo se adivinaba imparable, ya que los jugadores del Espanyol no mostraban ningún ademán de seguir jugando, Díaz Argote ordenaba el final del partido cuando aún restaban cinco minutos para cumplirse el tiempo reglamentario. Los bilbaínos intuyendo lo que se avecinaba abandonaron precipitadamente el terreno de juego. Pero la traca final todavía estaba por llegar.
Cuando el colegiado se retiraba hacia el túnel de vestuarios, un elegante caballero de tribuna salta la barandilla introduciéndose al terreno de juego, se dirigió con paso firme pero parsimonioso hacia el trencilla. Su buena presencia hace pensar que se trata de alguien con suficiente autoridad para mediar en esa caótica situación. Nada más lejos de la realidad. Al llegar frente al árbitro, y sin mediar palabra le propinó una sonora bofetada, retornando seguidamente a su asiento en tribuna, sin que ningún agente de seguridad interviniera; cuando quisieron hacerlo, ya el personaje en cuestión se había vuelto a camuflar entre las abarrotadas gradas de Sarrià. El colegiado Díaz Argote, repuesto de la agresión, intentó buscar su agresor, pero finalmente fue controlado en su intento para que el incidente no pase a mayores. Por increíble que pueda parecer, nunca nadie supo dar razón del agresor.
Finalizado el partido, la Junta Directiva del club emitió una Nota Oficial para su publicación en los principales diarios de Barcelona, donde acusaba al colegiado y su linier de ser los grandes responsables de todo lo acontecido en Sarrià, por su conducta de mala fe y su parcialidad. Avisando que dicha denuncia iba a llegar a la Real Federación Española de Futbol.
Pese a esa nota contundente del club, el Espanyol no se escapó de recibir severas sanciones por parte del Comité de Competición. Se sancionó a Alejandro Scopelli entrenador del Espanyol y a José Parra (capitán) con 6 y 3 meses de inhabilitación, respectivamente, por indisciplina colectiva de los jugadores, negándose a seguir el desarrollo del partido. Se multó al club por incidentes graves del público que, entre otras faltas, derivaron en agresión al colegiado. (El montante final de la multa ascendió a 29.000 pesetas). Amonestación doble y multa a todos los jugadores del RCD Espanyol y también al delegado de campo, por desconsideración hacia el árbitro en el momento de producirse los incidentes. Se acordó dar el partido por finalizado con el resultado de 1-3. Suspensión por el período de 1 mes al colegiado Manuel Díaz Argote, por falta de autoridad para resolver los incidentes.
Sin embargo, dichos acuerdos debían ser ratificados por el Comité Nacional de la Federación Española de Fútbol, donde una comisión de directivos espanyolistas formuló sus alegaciones. La súplica matizaría la sanción a Parra, logrando que los 3 meses de sanción impuestos, solo afectaran al ejercicio de sus funciones como capitán del equipo, por lo que el defensa central seguiría jugando con normalidad.
No obstante, el resto de acuerdos fueron ratificados, por lo que el castigo de 6 meses a Scopelli no fue revisado. Aunque «El Conejo» seguiría ejerciendo como técnico de facto en lo referente a tácticas y alineaciones, no podía ocupar su plaza en el banquillo. La directiva decidió que su lugar lo ocupara Pepe Espada, un hombre de la casa.
Sin embargo Scopelli no cumpliría íntegramente su sanción ya que sería cesado tras la última jornada de la 1ª vuelta a raíz de un empate en Sarriá (1-1) ante el Málaga, colista por aquel entonces. Su puesto lo ocuparía Odilio Bravo.
Por lo que respecta al trencilla Díaz Argote cumplió su sanción de manera íntegra. Aquella campaña sería la última que actuaría en la máxima categoría ya que, una vez finalizada, fue descendido a 2ª División donde todavía seguiría arbitrando dos temporadas más. Conocidas las sanciones Luis López Moreno, el linier santanderino que invalido los dos goles, renunció a su cargo y entregó la licencia a la Federación Centro, en solidaridad con el colegiado ya que estimó injusto el castigo que le habían impuesto.
Quizá como presagio de tiempos peores, aquella grotesca tarde marcaría el inicio de una temporada larga y dura para el Espanyol, que necesitaría de una liguilla de promoción para mantener la categoría, que afortunadamente pudo salvar.
RCD Espanyol: Domingo, Argilés, Parra, Cata, Bolinches, Faura, Cruellas, Marcet, Mauri, Piquín y Arcas.
Athletic Club Bilbao: Carmelo, Orue, Venancio, Canito, Mauri, Manolín, Arteche, Arieta I, Zarra, Maguregui y Federico Bilbao.
Árbitro: Señor Díaz Argote.
GOLES: 0-1: Maguregui (35′) ; 0-2: Arteche (61′), 1-2: Marcet (72′), 1-3: Arieta.
LLEGA LA MARGINACIÓN
A partir de la temporada 1955-56, el papel de Parra en el Espanyol se fue difuminando, si antes el central afincado en Terrassa era pieza clave e indiscutible para el cuadro periquito. Llegada a la treintena, pese que su condición física era perfecta para un jugador de su edad, los entrenadores cada vez contaban menos con él, ya que amoldaron primero a Cata y luego las incorporaciones al primer equipo de hombres como Abel o Bartolí, hicieron que el papel de Parra fuera cada vez más testimonial. De hecho, en las siguientes cuatro temporadas que formó parte de la entidad el bravo central tan sólo jugó 22 partidos ligueros de 120 posibles, y varios de ellos los disputó por las bajas que tenía el equipo en defensa. Dejando bien a las claras que el tiempo de Parra en el club había pasado.
Kubala vs Parra, un duelo que marcó los años ’50
Esa marginación dolió al jugador de Blanes, como evidenciaba una entrevista concedida a Mundo Deportivo en 1957: “En todo lo que me ha ocurrido en el Espanyol he visto algo personal, incluso al margen de la opinión de los entrenadores. Y este sigue siendo mi criterio, porque no se me ha demostrado lo contrario”. ¿Dolido con el Espanyol? “¿Con el Espanyol? ¡En absoluto! El club está por encima del criterio de las personas que han influido en relegarme al ostracismo. Pero dejemos eso ahora”.
Pese a su ostracismo, la afición nunca olvidó al jugador y a la mínima que podía expresaba su apoyo y cariño incondicional al legendario central blanquiazul, la muestra más clara fue en un amistoso navideño celebrado en Sarrià, donde el rival era el Núremberg alemán. Parra hizo acto de presencia en los últimos quince minutos de partido y el público lo agasajó con una sonora ovación en agradecimiento a toda una carrera en blanquiazul.
RECALA AL CARTAGENA Y CUELGA LAS BOTAS
Esa triste situación, marcada también por la ley de vida del deportista, hizo que finalmente a la conclusión de la temporada 1958/59 abandonara el club, con la promesa que se le hiciera un partido de homenaje, que nunca llegó. Lo que no le faltó fueron ofertas, entre ellas una muy firme del Elche, pero finalmente recaló en la Unión Deportiva Cartagena de la tercera división.
Parra posando con la zamarra del Cartagena
En el equipo cartagenero, Parra mostró su enorme clase y dejó huella en el conjunto murciano, tal fue así que no dudaron en ofrecerle la renovación, pero el de Blanes optó por la retirada y dedicarse a su negocio, un taller de mecánica, en su Terrassa y también pasar mucho más tiempo junto a su mujer, Conchita, y sus dos hijos.
Pese a que nunca dejó de matar su gusanillo por el futbol, jugando con la Agrupación de Veteranos de Barcelona o en las ligas de empresas, no mostró demasiado interés en enrolarse de manera seria en el futbol, tan sólo, estuvo en una corta etapa como directivo encargado del área deportiva y responsable de ser el enlace entre la directiva y los jugadores egarenses. En esa etapa coincidió con su buen amigo Agustí Faura, que fue designado entrenador.
Faura y Parra charlando ambos en el Terrassa
La Federación Catalana de Futbol en junio de 1968, no quiso olvidar la figura del legendario central blanquiazul y le hizo entrega la medalla de oro de dicho organismo, el máximo guardón que otorgaba la Federación. Su presidente, en aquel entonces, Don Pablo Porta, tuvo estas palabras para definir la figura de Parra: “Al conceder esta medalla de oro a José Parra Martínez creemos que premiamos a las nobles cualidades de un jugador que, uniendo su gran, clase en la defensa de los colores del R.C.D. Espanyol, de la Federación Catalana y de nuestra selección nacional, ha sido modelo de caballerosidad y espejo de gran jugador. A José Parra le debíamos este galardón. El es, en verdad, la gran figura de la corrección en el fútbol”.
LA ELEGANCIA HECHA FUTBOL
De José Parra, los más viejos del lugar aseguran que fue el defensa central más noble del futbol nacional. En Sarriá jugó durante una década, fue internacional y se cubrió de gloria. De é! se llegó a decir que “convirtió la defensa en arte” y muchas de sus lecciones las elevó a su máxima expresión más tarde el alemán Beckenbauer. El de Blanes, aunque egarense de corazón, pese a su limpieza – o quizás gracias a ella – es toda una leyenda del club blanquiazul y su talento traspasó fronteras gracias al Mundial de Brasil, que con España deslumbró por su nobleza y calidad, algo inusual en un defensa central de la época.
El antes y después en la defensa espanyolista: Parra y el malogrado Jarque posando para la revista Don Balón
ESTADISTICAS DE JOSEP PARRA
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Bibliografía: Pericos Online, Mundo Deportivo, LFP, libros historia RCDE, La Vanguardia, ABC, El País, El Españolista.
Fotos: Libros historia RCD Espanyol, Mundo Deportivo, Fuerza Perica, Don Balón, Pericos Online, El Españolista.
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