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ALBERTO MARTORELL OTZET

8 marzo 2015

UN DOCTOR

BAJO LOS PALOS

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Referirse a Martorell dentro del Espanyol es hablar de uno de los míticos porteros que ha gozado la entidad blanquiazul a lo largo de sus más de cien años de historia. Era un gran atleta, destacaba por su sobriedad, nada amigo de las florituras ni de lucirse innecesariamente, su misión era simple, intentar evitar que el balón entrara y lo hacía a la perfección. Sin lugar a dudas, Martorell marcó una época en sus doce años en el primer equipo blanquiazul, once de ellos, lo hizo sin percibir ni un céntimo.

COMO JUGABA 

Si el mítico Zamora era la brillantez y la espectacularidad hecha portero, Martorell podemos decir que era la contraposición a ese estilo. Poco amigo a las filigranas, todo lo hacía sencillo y buscaba el camino más fácil para atajar el balón, sin necesidad de alardes de cara a la galería. Se estiraba lo justo y necesario, pues siempre que le era posible detenía los balones en pie, con un rápido y leve desplazamiento hacía un lado u otro de la portería y en muchas ocasiones se limitaba a cortar la trayectoria con sus grandes manos, para dejar botar el balón en el suelo y blocarlo después con suma facilidad contra su pecho.

Valga como aclaración, que pese no era amigo de blocar los balones a la primera, pero cuando eso resultaba imperiosamente necesario, lo hacía con un resultado excelente. Era habitual verle atrapar el balón con una sola mano y atrayéndose el esférico, con un giro casi de malabarista, hacia su cuerpo, en los lanzamientos de esquina del rival. En cambio, no le gustaba despejar de puños, en esa faceta se sentía muy inseguro.

En los mano a mano con los atacantes, Martorell tenía un estilo muy peculiar y casi siempre efectivo. No se tiraba a la desesperada contra el jugador en busca del balón, sino que se estiraba en el césped, ocupando mucho espacio, teniendo el cuerpo y las manos extendidas, mientras la cabeza quedaba apartada de las piernas del adversario.

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Clásica salida de Martorell a pies del delantero

Su serenidad y sangre fría eran una de sus principales virtudes, los que le vieron jugar aún recuerdan su temple cuando el rival atacaba y él con suma tranquilidad se ponía bien los guantes dispuesto a desbaratar la jugada si le llegaba a sus dominios. Para muchos era una estatua de hielo que solo se movía lo imprescindible y en el momento oportuno. Su colocación era de manual, parecía que llevara una escuadra y cartabón en su mente, porqué difícilmente se le encontraba descolocado bajo los tres palos.

En definitiva, fue un gran cancerbero, con un estilo inconfundible y genuino, que le aúpan entre los que supieron aportar su sello en el futbol español. Y es que como él mismo decía, su misión era que el balón no entrara, lo demás, no tenía ningún tipo de importancia.

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Espectacular imagen blocando el balón

SUS INICIOS

El cancerbero nació en Madrid el 13 de marzo de 1916, sus padres eran de Barcelona, pero su padre al ser ingeniero militar, el capitán Vicente Martorell, estaba destinado a Madrid cuando Alberto nació. Su estancia en la capital española, fue muy corta, ya que su madre, Emilia Otzet, estaba empeñada en volver a vivir a Barcelona, cosa que la familia hizo cuando Alberto tenía tan solo dos años.

Ya en Barcelona, fue su hermano Vicente, según manifestaba el propio Alberto, quien lo llevó por el camino del deporte y no sólo el mundo del fútbol. Siempre al acabar las clases del Colegio Ibérico de la calle Lauria, de vuelta a casa, jugaba al fútbol con sus amigos. Lo hacían en el Paseo de San Juan, muy cerca de la Diagonal, alrededor de la estatua de Verdaguer. Curiosamente, Martorell no jugaba de portero, sino de lo que más disfrutaba era jugar de delantero.

DE DELANTERO A PORTERO

Esa afición futbolística le acabó llevando a la Peña Montserrat. Al ser perteneciente de una familia bien acomodada, tuvo la suerte de con 6 y 7 años jugar con chicos de 10-12 años. No por su destreza futbolística, que aún no la había desarrollado, sino porque poseía algo que no muchos se podían permitir, unas botas de futbol. Jugaba por la banda, así molestaba lo justo a los más mayores. Dichos partidos tenían lugar en la explanada que existía delante de las obras de la Sagrada Familia. Más tarde la Peña Montserrat pasó a jugar sus partidos cerca del campo del Europa y fue precisamente allí donde por primera vez tuvo que colocarse bajo palos.

Sucedió en el transcurso de un partido, cuando el árbitro castigó con penalti en contra a su equipo. La decisión enfureció al portero, después de discutir de manera acalorada con el colegiado, el guardameta se negó a jugar y marchó del terreno de juego, diciendo:”Que tiren todos los penaltis que quieran que yo no los paro”. Esa circunstancia surrealista, provocó que sus compañeros de la Peña Montserrat, bajo la insistencia del árbitro decidieran que uno de los jugadores de campo debía colocarse en la portería, hubo sus más y sus menos dentro del equipo. Al final le tocó intentar parar el penalti a Martorell, que era el más joven del equipo. El delantero lo tiró hacia la derecha, Martorell se lanzó de manera admirable… pero a la izquierda, gol. A pesar de no atajar el balón, Alberto consiguió ganarse la admiración de todos, diciendo que tenía buenas cualidades como portero por la manera de tirarse, esos críos no se equivocaban. Desde entonces, ocupó el puesto de portero en el equipo de la Peña Montserrat.

SE INCORPORA A LA PEÑA SAPRISSA

Al poco tiempo un compañero suyo pasó a jugar en el infantil del Espanyol y habló de él a Pasabalón (Luis Gamito Iturralde), personaje fundamental de la época en la captación de talentos para el club blanquiazul y encargado de la Penya Saprissa, la escuela de futbol base del Espanyol. Martorell, con tan solo 8 años, fue citado para efectuar una prueba. Una vez realizada, Pasabalón le comentó: ”Muy bien, muchacho. Tú puedes llegar a ser un buen delantero”. Y de este modo, Martorell pasó a formar parte de la plantilla de la Penya Saprissa, donde demostró sus dotes de guardameta, cultivando sus innatas cualidades y perfilando su estilo propio del cual ya hemos descrito. A pesar, de ser portero, Martorell también jugó como delantero y muy bien. Alberto era un buen ariete, pero obviamente todavía era mejor como guardameta. También hizo sus pinitos como interior o defensa, aunque esta última demarcación no le gustaba nada.

Tras su paso por la Penya Saprissa, Alberto a los 14 años pasó a formar parte del tercer equipo espanyolista y a los 16 ya era suplente del primer equipo.

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Junto al mítico Pasabalón

DEBUTA CON EL ESPANYOL

Su estreno con el Espanyol fue a la temprana edad de los 17 años, el 29 de octubre del año 1933, frente al Granollers en un partido del Campeonato de Catalunya. Sin nada en juego, ya que el Espanyol no podía alcanzar al Sabadell, campeón del campeonato, el míster Ramón Trabal ante esta circunstancia quiso hacer unos cambios en el equipo y pensó en Martorell. Debido a su edad adolescente, Trabal quiso antes de tomar la decisión, hablar con el joven guardameta. “¿Tú te atreverías a jugar con el primer equipo?”, Alberto sin pestañear le contestó. “Por supuesto, quien debe atreverse es usted a ponerme.” Esa breve conversación hizo que Trabal decidiera probar a Martorell como guardameta y ver sus evoluciones bajo los palos, pese que aún era todo un crío. El encuentro se jugó en Sarriá y ganó el conjunto perico por 3 goles a 0. Cabe destacar, que fue un debut muy plácido, ya que los vallesanos apenas inquietaron a la defensa espanyolista, que demostró una clara superioridad a lo largo de todo el encuentro, pese que el partido estaba descafeinado por estar todo resuelto en el campeonato territorial.

espanyolRCD Espanyol: Martorell, Oro, Pérez, Solé, Layola, Cristià, Prat, Edelmiro I, Iriondo, Edelmiro II y Serra.

GranollersGranollers: Gallofré, Sanfelíu, LIado, Argemí, Sala, Torras, Lluch, Cari, Vila, Galvany y Guix.

Árbitro: Señor Castarlenas.

Goles: 1-0: Iriondo, min. 19. 2-0: Prat, min. 61. 3-0: Prat, min. 76.

Incidencias: Última jornada del Campeonato de Catalunya, debido a la imposibilidad de que el Espanyol fuera campeón y el mal tiempo reinante, se registró una pobre entrada en Sarrià.

Su estreno liguero se produjo tres semanas más tarde, también en Sarrià, frente al Racing de Santander el 18 de noviembre. Los blanquiazules sentenciaron en los primeros 25 minutos de encuentro a los cántabros, endosándoles cuatro goles, para finalizar con un contundente cinco a cero definitivo. Pese ese resultado abultado, esta vez sí que el joven Martorell tuvo que lucir sus habilidades, hecho que hizo ganarse los aplausos en más de una ocasión, demostrando que el joven guardameta tenía un gran porvenir bajo los palos.

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Debutó en el Espanyol con 17 años

En esa su primera temporada, cabe destacar la victoria en el derbi frente al Barcelona en Sarrià. Era el primero que disputaba el joven meta perico, eso le hizo mostrarse un poco nervioso en los minutos iniciales, pero a medida que estos pasaron, Martorell se agrandó y cuajó un gran partido, obteniendo como recompensa la victoria frente al eterno rival.

espanyolRCD Espanyol: Martorell, Arater, Pérez, Solé, Martí, Cristià, Prat, Edelmiro I, Iriondo, Edelmiro II y Bosch.

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FC Barcelona: Nogués, Villacampa, Zabalo, Goiburu, Guzmán, Salas, Vantolrá, De Santos, Padrón y Morera.

Árbitro: Señor Balaguer.

Goles: 1-0: Iriondo, min. 17. 2-0: Iriondo, min. 31. 2-1: Vantolrá, min. 52. 3-1: Edelmiro II, min. 72. 3-2: Vantolrá, min. 84.

Incidencias: Partido correspondiente a la undécima jornada de Liga, disputado en Sarrià el 13 de enero de 1934. Lleno absoluto.

Martorell ese año alternó la portería con Florenza, pero ya se vislumbraba que el Espanyol tenía un portero de gran calibre, pese a su bisoñez. Esa temporada el meta blanquiazul jugó 9 de los 18 partidos de Liga que tenía el campeonato.

REGALO ENVENENADO

Una anécdota curiosa que sufrió el bueno de Martorell fue cuando el Espanyol, justo tres meses antes de estallar la guerra civil, como contraprestación a sus servicios le regaló un vehículo Ford de 10 caballos, que en aquel entonces tenía un valor aproximado de 9.500 de las antiguas pesetas. La alegría de Alberto fue indisimulada, hasta que se dio cuenta que dicho regalo tenía trampa. El club había puesto 12 letras bancarias a nombre del guardameta, pagando el club solo el primer plazo. Lo que molestó a Martorell y aceptó de mala gana ese «regalo». Genaro de la Riva, presidente de la entidad, viendo el enfado de Martorell, le ofertó 1.000 pesetas por el coche. El cancerbero perico se negó a ello, ya que si alguien haría negocio con el vehículo, seria él mismo y no los demás.

Cuando estalló la Guerra Civil, se da la circunstancia, que Martorell para salvar el vehículo de la incautación, se lo llevó a la casa Ford, quienes se lo desmontaron por piezas. Una vez acabada la Guerra Civil, en 1940, le devolvieron el Ford tal y como lo había dejado Martorell, hecho que Alberto agradeció eternamente.

LA MEDICINA SU VERDADERA PASIÓN

Pocos futbolistas tienen más aspiraciones en la vida que llegar a ser futbolista de élite, pero la realidad en el caso de Martorell era bien distinta. El guardameta su verdadera pasión era estudiar medicina y seguir los pasos de su otro hermano, Fernando. El deporte para él era un hobby, no una profesión. Su gran vocación era la de ser médico y lo hizo con mucho éxito, de hecho, compaginó los estudios de medicina con el futbol, hasta que logró obtener la graduación para ejercer de médico y es que Martorell tenía claro que una vez acabada la carrera de medicina y ejerciera de médico, dejaría el futbol, ya que como decía: «Es incompatible recibir en mi consulta a gente, que antes te ha insultado desde la grada y hacer como si nada«.

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Estudió medicina

POLIDEPORTIVO MARTORELL

Alberto Martorell no solo destacó como deportista siendo futbolista, sino también hizo sus pinitos en otros deportes a nivel de competición con verdadero éxito como fue el caso del Rugby, el hockey sobre hierba, tenis de mesa o el tenis, su otra gran pasión deportiva junto al futbol. El bueno de Martorell demostraba una capacidad atlética como pocos a nivel nacional, de hecho, también practicó ya fuera de la competición en otros deportes como el excursionismo de montaña, ciclismo, natación, submarinismo a pulmón libre o voleibol.

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Martorell era todo un atleta

EJERCE DE MÉDICO EN LA GUERRA CIVIL

Uno de los capítulos más sangrientos que se vivieron en Barcelona se produjo el viernes 7 de mayo de 1937. Los tiroteos eran constantes en las calles de la Ciudad Condal, pese el alto al fuego ordenado por la CNT a sus hombres, para poner fin a la revuelta anarcosindicalista que enfrentó de manera sangrienta al gobierno de la República y a la Generalitat. La lucha contra la sublevación franquista se convirtió en una guerra fratricida entre los partidos y sindicatos de la izquierda catalana. Alberto Martorell en esas fechas ya ejercía de médico en prácticas en el hospital Clinic de Barcelona. El portero del perico compaginaba el futbol con su trabajo como médico al lado de su hermano Fernando.

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Barricadas en Barcelona, eran tiempos difíciles

Alberto que seguía estudiando medicina, aprovechaba para ayudar como cardiólogo en las urgencias que minuto tras minuto llegaban al hospital que tenía la entrada en el Carrer Villarroel.

Martorell se desplazó junto al Espanyol el sábado 1 de mayo en autobús para desplazarse hasta Valencia, donde los blanquiazules se jugaban el título de la Liga Mediterránea, el torneo con equipos catalanes y valencianos que se jugó entre el 31 de enero y el 2 de mayo de 1937 en la zona controlada por el gobierno republicano.

Una semana antes, el Espanyol había perdido con el Barcelona 2-0 y en la última jornada llegaba con un punto de ventaja respecto a los culés. Los pericos debían de viajar a Mestalla y el Barça jugaba contra el Nástic en Les Corts. El título se vistió de azulgrana, ya que Martorell y los suyos perdieron el domingo 2 de mayo 4-3 en Valencia y el Barcelona venció su partido por 5-1.

Al regreso de Valencia, Martorell se encontró con una ciudad envuelta en llamas, llena de barricadas y cadáveres. Barcelona fue el foco principal en la primera semana de mayo de la lucha entre el POUM (Partido Obrero Unificado Marxista), seguidores de las tesis de Trotski, y que se había posicionado contra la URSS de Stalin, y la Generalitat y el Gobierno de la República, ambos ya bajo el único apoyo, y a la vez control, de la Unión Soviética. La lucha provocó cerca de un millar de muertos y uno de los casos más controvertidos de la Guerra Civil, la desaparición y muerte de Andreu Nin, dirigente del POUM. Con el paso de los años se supo que fue ordenada por Alexander Orlov, miembro del NKVD soviético que en 1938, temeroso de ser víctima de la Gran Purga de Stalin, desertó a los Estados Unidos.

MEDICO

Ejerciendo su gran vocación

Durante esos días, Alberto Martorell fue uno más de los médicos que en el Clinic, hospital y Universidad, trabajó a destajo para salvar vidas. No podía saber que su afán por ejercer su vocación de médico, sin mirar carnets ni banderas le iba a pasar factura en un futuro próximo.

LA COPA DE LA ESPAÑA LIBRE EN PLENA GUERRA

Esta competición, que se sigue sin homologar como oficial, fue creada a petición del Valencia C.F., que tras finalizar la Liga Mediterránea donde participaron los mejores equipos de cada región, creyeron oportuno que sería una buena iniciativa de jugar una competición copera. Barcelona, Espanyol, Valencia y Levante eran los escogidos, por ser los mejores clasificados de cada bando. La particularidad de la competición fue que en vez de disputarla en el clásico sistema de eliminatoria a doble partido, esta sería disputada a modo de liguilla y los dos mejores clasificados jugarían la gran Final en Barcelona. El FC Barcelona desestimó disputar la competición, ya que tenía planificada una gira por América para recaudar fondos y así salvaguardar a sus jugadores del conflicto bélico que azotaba a España. Su sustituto fue el Girona.

Martorell jugó como titular esta competición todos los partidos, excepto los dos desplazamientos a Valencia, donde el meta perico no viajó, siendo suplido con poca fortuna por Ruiz, hecho que fue clave para la clasificación final, donde el conjunto espanyolista no pudo meterse entre los dos primeros.

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Martorell frente al Girona

No fue la última competición del Espanyol, ya que meses más tarde se disputaría el campeonato de Catalunya, aunque el conjunto periquito presentó un equipo de circunstancias con la ausencia de casi la totalidad de su primer equipo, solo Tin Bosch participó en ella. No cabe decir, que el resultado fue calamitoso para los intereses blanquiazules quedando antepenúltimos de un total de ocho equipos.

SU FAMILIA MARCADA POR LA GUERRA

Alberto era el menor de 4 hermanos, Ramón, Vicente y Fernando. Los dos mayores, siguieron los pasos de su padre, eran ingenieros militares y el tercero Fernando, se dedicó a la medicina. Por avatares del destino, Ramón luchó con el bando republicano, convirtiéndose en Comandante General del ejército rojo, y Vicente, por desavenencias con los dirigentes de la República, hizo que se pasara al bando nacional. Un hecho desgarrador para cualquier familia. De hecho, Vicente fue capturado por el bando republicano y estuvo encarcelado en el buque de guerra “Uruguay” en los muelles de Barcelona, la suerte y la influencia de su hermano Ramón, evitaron una más que segura ejecución.

Militar catala al Marroc

Vicente Martorell junto a su esposa en la postguerra

La victoria del bando franquista hizo que Vicente fuera liberado y su hermano Ramón huyera del país, junto su esposa e hijo, destino a la República Dominicana. Tras unos años en el país caribeño a mediados de los cuarenta emigró a México hasta su fallecimiento en 1967. Nunca quiso volver a España bajo la dictadura de Franco, pese que fueron varios los intentos de convencerle a regresar. Cabe decir, que fue un brillante ingeniero y sus obras aún se mantienen en vigencia y son una referencia en la República Dominicana.

Por su parte, Vicente Martorell Otzet estuvo muy ligado al Ayuntamiento de Barcelona como especialista de obras públicas y de urbanismo. Tras un paréntesis de 13 años entre los años 40 y 50 en Marruecos, para diseñar planes de urbanismo. Volvió a Barcelona y participó a las obras de los cuarteles de Pedralbes y de caballería de Barcelona. El 1955 fue nombrado gerente del plan comarcal de la comisión de urbanismo de Barcelona, y en 1957-70 fue delegado del ministerio de la vivienda en Barcelona. Fue autor de La gestión urbanística en el orden funcional (1959), y colaboró a la Historia del urbanismo en Barcelona (1970).

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La familia Martorell-Otzet sufrió en sus carnes la Guerra Civil

Vicente Martorell Otzet fue también el primer presidente de la comisión de urbanismo de Barcelona, en el momento de su creación en 1953. Geografía, ordenación del territorio y colonialismo español.

En cuanto a su hermano Fernando, siguió como doctor en la Clínica Platón de Barcelona, atendiendo a soldados malheridos. Pese a tener rango militar, por órdenes de la República, nunca quiso inmiscuirse en asuntos bélicos y no dejó de llevar jamás la bata blanca. Tras la victoria de los nacionales con la entrada de las tropas del General Yagüe, Fernando fue encarcelado, por su rango de militar, pero pronto fue excarcelado, debido a su nula participación en el conflicto bélico. Se da la circunstancia, que Fernando se había casado antes de la guerra con Maite Oliveras de la Riva, sobrina del presidente del club en aquella época, Don Genaro, hecho que convertiría a Alberto y Don Genaro en parientes lejanos.

Por último, Alberto también le salpicó la Guerra y se vio obligado a ir al frente con la Quinta del Biberón, por su juventud, afortunadamente volvió ileso.

SANCIONADO TRAS LA GUERRA CIVIL

Tras acabar la cruenta Guerra Civil española, el bando franquista fue el vencedor. Esta situación produjo que el mítico guardameta blanquiazul viviera un triste episodio. Los ánimos aún estaban a flor de piel y Martorell sufrió las consecuencias al ser acusado de traicionar a la causa franquista, al no pasarse al bando nacional , a raíz de la Olimpiada Popular que se celebró en Amberes de 1937 por ser suspendida en Barcelona, por la Guerra que estaba sufriendo el país.

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Un año sancionado sin estar bajo los palos

La entrada de las tropas nacionales en Barcelona (26 de enero de 1939 al frente del general Yagüe) convirtió en sospechoso a todo aquel que decidió quedarse en su ciudad y no mostró su apoyo a Franco. Fue el caso del meta perico, pese que nunca se interesó por la política y su vida se centraba en el deporte y la medicina.

Gracias a las tareas de los dirigentes del club, encabezados por el presidente Genaro de la Riva con el General Moscardó, pudieron demostrar que su única tarea durante la guerra fue la de salvar vidas y jugar al fútbol, lo que evitó que fuera fusilado o enviado a presidio, pero lo que sí no pudieron evitar es que estuviera sancionado durante un año de cualquier práctica deportiva, al ser acusado de no haberse pasado a la zona nacional. Ese castigo hizo que no pudiera ser campeón de Copa en 1940 (Espanyol 3 – R. Madrid 2).

A pesar de esta injusta sanción, Alberto siguió ejerciendo de futbolista en el Espanyol, pero en el segundo equipo de manera clandestina, jugando de extremo izquierdo y con su nombre de pila, Alberto, para esquivar la sanción que la Comisión Nacional de Deportes le había impuesto. Durante ese año, anotó muchos goles, demostrando que a más de ser un extraordinario portero, también era un gran jugador de campo.

Cabe destacar, que durante esa sanción, Martorell aprovechó también para jugar a Rugby con el SEU en el campo de la Foixarda, gracias a ello conoció a su futura esposa Mari Paz Lossius.

VUELVE AL PRIMER EQUIPO

En 1941, a tan solo 7 jornadas para que acabara la Liga, por fin se le levantó el castigo al guardameta y pudo reaparecer oficialmente el 19 de enero en San Mamés, pese que fue de los más destacados, no pudo evitar una contundente derrota, cayendo por 6 a 2. En ese campeonato doméstico, Martorell jugó cuatro encuentros más, uno de ellos el derbi de Sarrià, donde los blanquiazules se impusieron por 3 a 1, donde hizo un partido sencillamente magnífico.

espanyolRCD Espanyol: Martorell, Teruel, Pérez, Cardús, Rovira, Llimós, Gonzalvo I, Jorge, Martínez Català, Ara y Más.

barcelonaFC Barcelona: Nogués, León, Benito, Anguera, Franco, Raich, Quique, Escolà, Vergara, Gracia y Valle.

Árbitro: Señor Torres Martín (Colegio Castellano).

Goles: 0-1: Cardús (pp), min. 17. 1-1: Martínez Català, min. 48. 2-1: Jorge, min. 55. 3-1: Ara, min. 77.

Incidencias: Partido correspondiente a la Jornada 17 del campeonato de Liga disputado en el Estadio de Sarrià. Lleno para presenciar el derbi de la ciudad barcelonesa.

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Martorell con seguridad frente al azulgrana Quique

FINALISTA DE COPA

Lo más destacado esa temporada de regreso en la portería blanquiazul para Martorell, fue en la Copa del Generalísimo, donde el Espanyol alcanzó la final por segunda vez consecutiva, única vez que lo ha logrado la entidad. Pese que en un inicio, Trias fue el escogido por el técnico Caicedo, a partir de los cuartos de final, Martorell fue el titular y ya no abandonó esa condición hasta llegar a la Gran Final frente al Valencia.

La final se disputó en Chamartín el 29 de junio, donde se pudo ver que la pasión por el futbol era ya toda una realidad y en el Estadio madridista no cabía ni un alfiler. El Espanyol que presentaba dos bajas muy considerables en ataque como Gonzalvo I y Martínez Catalá, fueron claves para el resultado final del encuentro.

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Los jugadores de ambos equipos obligados a hacer el saludo fascista

El partido no pudo empezar peor para los blanquiazules, ya que a los nueves minutos de juego, un ataque ché iniciado por Lelé que cedió el esférico a Asensi y este conectó rápidamente con el ariete Mundo que de un fuerte disparo escorado a la izquierda de la portería de Martorell, que logra desviar el disparo, con la mala fortuna que ese desvío toca el palo y el rechace impacta en su espalda y se introduce en la portería.

Este gol noqueó al Espanyol que nunca encontró el modo de hacer daño al Valencia mucho más asentado, sobre todo por la falta de “punch” del conjunto barcelonés, que notaba en exceso sus ausencias en ataque. Solo el trio en la medular, Arasa, Rovira y Llimós, daban la talla y generaban problemas a los del Turia, pero era insuficiente por la escasa llegada que generaban.

Por si las cosas pintaban mal, aún empeoró cuando en el minuto 25, el Valencia lanzó una falta lateral, Martorell rechaza de puños, pero el balón cae a pies de Asensi que centra y Mundo, de nuevo, remata al fondo de la red. 2-0, el partido ya era toda una montaña para los espanyolistas. Los de Caicedo, con más corazón que cabeza, se volcaron al ataque, pero el Valencia las resolvía sin muchos apuros.

En la reanudación, el partido resultó más pausado y no tan frenético como el primer tiempo. Pero los valencianistas lograron su tercer gol, gracias a un corner en el minuto 64. Lo lanza Epi, Pérez rechaza mal, en su segundo intento de rechace el balón impacta en Lelé con fuerza, Mundo no logra conectar con el balón, hecho que engaña a Martorell que se estira para evitar el lanzamiento, pero el balón cae a pies de Asensi que a placer nota el tercer tanto valencianista.

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Martorell no pudo evitar la derrota

El gol del honor espanyolistas, tras unos minutos de dureza por ambos equipos, llegó de penalti en el minuto 74, al ser derribado claramente Chas por Pío. Teruel de un fuerte disparo, logró el único gol perico que subió esa tarde en el marcador. El resultado no se movió y el Valencia resultó ser el justo ganador, en una final donde la emotividad imperó más que el juego, que más bien fue bastante pobre. Un día triste para el espanyolismo y Martorell que no tuvo su mejor tarde.

espanyolRCD Espanyol: Martorell, Teruel, Pérez, Arasa, Rovira, Llimós, Macala, Jorge, Chas, Oliva y Más.

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Valencia CF: Pío, Álvaro, Juan Ramón, Bertolí, Sierra, Lelé, Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza.

Árbitro: Señor Iturralde Gorostiaga.

Goles: 0-1: Mundo, min. 9. 0-2: Mundo, min. 25. 0-3: Asensi, min. 64. 1-3: Teruel de penalti, min. 74.

Incidencias: Partido correspondiente a la Final del Generalísimo disputada en el Estadio de Chamartín de Madrid. Lleno a reventar. El capitán valencianista, Juan Ramón, recibió a manos del General Moscardó la Copa, la primera que ganaba el Valencia en su historia.

 DEBUTA COMO INTERNACIONAL    

El rendimiento de Martorell no pasó desapercibido y el seleccionador Eduardo Teus, el primero de la postguerra, un ex portero del Real Madrid, luego periodista, que falleció en San Mamés en 1961, viendo jugar al equipo de sus amores, el Real Madrid.

El debut de Martorell fue el 28 de diciembre de 1941 en el Estadio de Mestalla, en un amistoso frente a Suiza. En ese encuentro también debutó el espanyolista y buen amigo del guardameta, el defensa Ricardo Teruel. Se da la circunstancia, que ambos jugaron los mismos partidos internacionales con la selección nacional. En su estreno con la selección no pudo dejar mejor sabor de boca, ya que la España se impuso a Suiza por 3 a 2, donde Martorell demostró todas las cualidades que le habían catapultado a ser el mejor portero nacional de su época: Sobriedad, una excepcional colocación bajo palos que le hacía atajar los balones con mayor facilidad y poco o nada pudo hacer en el gol helvético. El segundo tanto lo recibió el meta deportivista Acuña, que lo sustituyó a falta de un cuarto de hora para la conclusión.

banderaFranco.3 España: Martorell (Acuña, 74), Teruel, Oceja, Raich, Germán, Machín, Epi, Herrerita, Mundo, Campos y Gorostiza.

suiza Suiza: Ballavio, Minelli, Lehman, Fornara, Andreoli, Rickenberg, Aebi, Weber, Bickel, Amado y Kappenberger.

Árbitro: Señor Canuto (Portugal).

Goles: 1-0: Campos, min. 5. 1-1: Kappenberg, min. 25. 2-1: Mundo, min. 64. 3-1: Mundo, min. 69. 3-2: Aebi, min. 88.

Incidencias: Partido amistoso celebrado en Mestalla. Terreno de juego irregular. Lleno a reventar donde se pudieron ver banderas rojigualdas y del movimiento franquista, dejando bien a las claras la gran exaltación patriótica que se vivía en aquellos tiempos de postguerra.

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Fue 4 veces internacional

“CARGARSE” A PIOLA

En abril de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, la selección española realizó una pequeña gira para enfrentarse con la Alemania de Hitler, en Berlín, y la Italia de Mussolini, en Milán. De este segundo partido, el 19 de abril, se recuerda una anécdota que define el carácter de aquel fútbol y de aquella época.

Sucedió en el vestuario de San Siro, cuando Teus instruía a sus jugadores.

Oye, Gabilondo, procura marcar bien a Ferraris, que es rápido y peligroso, aleccionó el seleccionador.

 –Tú, Emilín, te las verás con el defensa Foni, que es bastante lento.

 Hasta que Teus llegó al dúo de defensas, formado por Teruel y el valencianista Juan Ramón, otro tipo pétreo que asustaba con la mirada.

 – Vosotros, dijo Teus, además de cerrar el paso a los interiores, vigiladme al Piola, el delantero centro, que es el más peligroso de los italianos. Tiene un cañón en cada pierna y remata de cabeza con una potencia tremenda.  En cuanto se le escape a Guzmán, cerrarle el paso como sea.

El enviado de Radio Nacional de España, que asistía a la escena, es quien dejó fiel constancia escrita de lo sucedido. Según relató, Teruel y Juan Ramón guardaron un largo silencio, hasta que fue roto por el españolista:

 –¿Qué te parece?

 – Bien, respondió Juan Ramón.

 Hubo otra larga pausa, mientras se ajustaban las botas. De repente Teruel espetó:

 –¿Y si nos lo cargásemos?

 Bueno, respondió Juan Ramón. Pero ¿cuándo?

 –Cuando yo diga: ¡ahora!

 –Procura que sea fuera del área, apostilló el valencianista.

El periodista, Enrique Mariñas, se dirigió a la cabina de retransmisión “poseedor del terrible secreto”. El partido llegó al descanso con 0-0, pero en la segunda parte Italia, con mucha mejor preparación física, empezó a amenazar de forma incesante el marco de Martorell. Piola entraba en tromba y finalmente, cuenta Mariñas, “salieron a su encuentro Teruel y Juan Ramón”. Juraría que desde mi lejana cabina oí la voz de ‘ahora”. Hubo como un crujir de huesos y Piola quedó tendido al borde del área, en medio de un griterío ensordecedor”, afirmaba Mariñas. La estrella italiana salió renqueante, pero pudo seguir e incluso marcar uno de los cuatro tantos que le endosaron a España. Pese a la goleada, Martorell fue considerado, por todas las crónicas de tirada nacional, como el mejor de los españoles, incluso los más de setenta mil entusiastas tifosi, aplaudieron sus intervenciones con admiración.

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Teruel, Martorell y Mariscal

Ese resultado el régimen franquista lo consideró humillante, pese que Italia en aquellos momentos era la vigente bicampeona del Mundo. El seleccionador Teus dejó el cargo y la selección española pasó casi tres años sin volver a jugar un partido, gracias también al recrudecimiento de la Segunda Guerra Mundial. También fue el último encuentro como internacional del guardameta espanyolista, el balance no fue malo, 2 victorias (Suiza y Francia), un empate contra Alemania y la citada derrota en Milan frente a Italia. Teniendo en cuenta de donde venía el futbol español, sus resultados no podían ser catalogados ni mucho menos malos y Martorell dejó impronta de su valía. Seguramente su estilo poco dado a florituras, tampoco le ayudó a ser más veces internacional y es que para Martorell le gustaba más ser práctico que espectacular.

POR AMOR AL DEPORTE

Si algo podía presumir Martorell a lo largo de toda su carrera, como guardameta blanquiazul, es que nunca se preocupó de ganar dinero. El fútbol lo consideraba como un hobby y no pretendía ganar dinero con ello. De hecho, su objetivo era sacarse la carrera de medicina para ganarse la vida como médico, no como portero. Tan solo percibió dinero del futbol en su último año como futbolista. Le exigió al club un sueldo mínimo como portero internacional que por derecho le pertenecía, tras ver que Paco Román, el presidente de la época, le dijo con cierta sorna «que igual se lo agradecerían, el jugar sin cobrar«. Ese hecho molestó bastante al guardameta y exigió el salario que percibía un profesional internacional que eran 6.000 pesetas anuales como ficha, con un salario de 1.000 pesetas mensuales, ya que además, no quería ser una carga para su familia, teniendo en cuenta, que estaba casado desde julio de 1942 con María Paz Lossius. Con ella, tendría dos hijos, Alberto y Mari Paz, ambos también se dedicaron al mundo de la medicina y concretamente a la angiología como su padre hizo una vez retirado del futbol.

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Recién casado con su esposa Mari Paz

BARCELONA Y REAL MADRID LE DESEAN

Martorell le daba tan poca importancia el dinero del futbol que rechazó ofertas suculentas del Barcelona y del Real Madrid, él en el Espanyol estaba muy a gusto y jugaba al futbol porque le gustaba competir y hacer deporte, no por dinero.

El Barcelona, le ofreció de manos de un directivo azulgrana, un cheque en blanco, para que el cancerbero pusiera la cifra que considerara, pero toparon con la integridad de Martorell, que simplemente jugaba por diversión, no por dinero. También el Real Madrid se interesó por el meta internacional, donde su ex-seleccionador Eduardo Teus estaba vinculado. Finalmente tampoco marchó a la capital, esta vez también influyó el Espanyol con sus argucias, quien engañó a Martorell diciendo que le ofrecían una ficha de 40 mil pesetas, cuando la realidad, tal y como le confesó Teus, era que el conjunto de Chamartín le ofrecía 380 mil pesetas, una cantidad muy considerable en aquella época.

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Siempre fue un portero muy cotizado

MALOS TIEMPOS

La pérdida de jugadores que fueron la base para alcanzar dos finales consecutivas de Copa, como el capitán Benito Pérez, Rovira, Gonzalvo I o Martínez Catalá, etc. Hizo que el conjunto perico perdiera potencial deportivo paulatinamente. Si bien en la siguiente temporada, ya se vio un Espanyol más gris, en las posteriores se convivió con el drama de la promoción en diversas ocasiones. Tampoco ayudaron las graves disputas entre las altas esferas directivas, sobre todo la que mantuvieron Don Genaro de la Riva y Don Paco Román por la presidencia del club y donde tuvo un papel clave también la Federación del Futbol Español, que no ayudaron a mantener la estabilidad que requería cualquier club.

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Martorell en un derbi en Les Corts

LAS TEMIDAS PROMOCIONES

De hecho, en la 1942/43, el Espanyol por primera vez tuvo que pelear la permanencia en la siempre dramática promoción a partido único en el desaparecido Estadio Metropolitano frente al Sporting de Gijón el 18 de abril de 1943. Afortunadamente para los intereses blanquiazules, el partido salió cara y pudo mantener la categoría en detrimento de los asturianos que por tercera vez consecutiva perdían en la promoción y se quedaban en la división de plata.

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Martorell no pudo evitar los malos resultados

El ambiente en el Estadio no fue precisamente neutral, el público apoyó de manera decidida a los gijoneses. Ser catalán y favorito para la contienda, no ayudaba mucho estando en Madrid. Tras breves minutos de tanteo, es el Sporting quien se anima al ataque, pero sus acometidas fueron brillantemente atajadas por Martorell, quien se ganó el aplauso del respetable. Pronto se avanzó el equipo blanquiazul, tras una bonita combinación de los atacantes periquitos, donde Oliva con un pase cruzado, asistió a Huguet que remató con éxito a la portería asturiana. Ese gol, espoleó al Espanyol, que minuto a minuto demostraba su superioridad de categoría. Esa condición, aún se vio más acentuada, cuando producto de un lance desafortunado el portero Leicea se tuvo que marchar lesionado en el minuto 19, tras un fuerte choque con el espanyolista Huguet. Esa circunstancia hizo que el Sporting se quedara con un jugador menos, ya que en aquella época no existía la posibilidad de hacer cambios y en su lugar se puso el medio ala Tamayo.

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El once del Espanyol que salió contra el Sporting en el Metropolitano

Con el Sporting diezmado, los blanquiazules marcaron el segundo gol en el minuto 26, gracias a una combinación entre el canario Jorge, Huguet y que finalmente materializó el goleador de les Borges Blanques, Juncosa, para establecer una distancia que parecía definitiva para la suerte del partido. Pese a ello, el partido dio un giro de rumbo inesperado, cuando el guardameta Leicea se reincorpora renqueante a la portería sportinguista. Esa situación, animó a los gijoneses que pronto recortarían distancias, en el minuto 37, gracias a un tanto de Paladini. La incertidumbre de nuevo se apoderaba del encuentro y con el Metropolitano claramente volcado con los asturianos, que parecía que jugaran en El Molinón.

Tras el descanso, el Espanyol aguantó las acometidas del rival, con un Martorell primoroso. Ese ímpetu asturiano poco a poco se fue apagando y el Espanyol pudo manejar cada vez mejor el partido, hasta pudo ampliar la ventaja, pero la falta de acierto en los metros finales, dejaron el 2 a 1 final. El Espanyol se salvaba por los pelos del descenso.

espanyolRCD Espanyol: Martorell, Elías, Mariscal, Torrents, Fábregas, Llimós, Macala, Jorge, Juncosa, Oliva y Huguet.

sportingSporting de Gijón: Leicea, Ceballos, Simón, Tamayo, Calleja, Cervigón, Díaz, Paladini, Chipia, Bachiller y Liz.

Árbitro: Señor Pedro Escartín.

Goles: 1-0: Huguet, min. 15. 2-0: Juncosa, min. 26. 2-1: Liz, min. 37.

Incidencias: Partido correspondiente a la Promoción por dirimir quien conseguiría plaza para la primera división. El Metropolitano se llenó y se volcó con el equipo asturiano.

Si la temporada anterior había sido angustiosa, para los de Martorell la siguiente no fue mucho mejor. Pese a repescar a viejas glorias como Rovira, tras su paso fallido en el R. Madrid, y Martínez Català, el club blanquiazul volvió obtener pobrísimos resultados en la Liga. Solo gracias a un “rush” final muy bueno con 4 victorias consecutivas, las mismas que había cosechado en las 21 anteriores, ganando por 1 a 3 en Les Corts y en Nervión por 1 a 2 y en casa al Deportivo por 7 a 0 y al Granada por 2 a 0. En esta recta final fue clave, el joven extremo aragonés Viela, que fue todo un descubrimiento y toda una pesadilla para los defensas rivales con sus regates inverosímiles que dejaban boquiabiertos a los espectadores. Tristemente su carrera se vio truncada por dos lesiones de gravedad, la primera producida en un amistoso contra la selección catalana, en el homenaje a “Tin” Bosch, por una impresentable entrada del barcelonista Soto, que le fracturó la tibia y peroné. Su desgracia no acabó aquí, en su reaparición en el último partido de Liga frente al Murcia, el defensa Telechía literalmente se lo “cargo” al fracturarle la pierna, poco antes de irse al descanso. El defensa pimentonero fue expulsado, pero la carrera de ese valioso extremo fue definitivamente truncada.

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El extremo Viela tuvo muy mala suerte

Volviendo de nuevo a la temporada anterior, el Espanyol gracias a esa recta final, pudo lograr evitar el descenso directo, pero no la promoción. Esta vez, le tocó en suerte el Alcoyano en el Estadio de Les Corts, el 16 de abril de 1944. Por fortuna, los espanyolistas resolvieron por la vía rápida y golearon a los alicantinos por un rotundo 7 a 1, con tres goles de Jorge, más los tantos de Viela, Teruel, Mendoza y Sáenz en propia puerta.

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Martorell de capitán en un derbi

FRENTE AL SEVILLA CASI DE «9»

Una de las anécdotas más curiosas de su carrera, es que como ya hemos comentado, Martorell se defendía bien jugando de delantero y en los entrenamientos hacía sus pinitos, de hecho siempre reconoció que él disfrutaba más jugar de atacante que de portero. Ante la afinada puntería de Martorell de cara a puerta en los entrenamientos. Los jugadores, con el visto bueno de los técnicos Prat y Bosch, decidieron por votación que Alberto dejara los guantes a Trias y que jugara de delantero.

Alberto estaba feliz de tal efeméride, ya que por fin, jugaba donde más le gustaba. Pero poco antes de salir a jugar contra el Sevilla, «Tin» Bosch cambió de idea y le dijo a Martorell que mejor no hacer locuras, «ponte de portero, ya que si por desgracia nos golean, nos matan a todos«. Un debut frustrado de Martorell en primera división como ariete. Por cierto, el Espanyol ganó por 1 a 2 en el Nervión.

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Martorell era un porterazo, pero con alma de delantero

CUELGA LOS GUANTES 

Combinar la profesión de médico y de futbolista cada vez le resultaba más difícil, hecho que su hermano Fernando cada vez le insistía que escogiera una de las dos profesiones, porque necesitaba un doctor con plena dedicación y no como hacía él. Martorell que tenía claro que su intención era abandonar el futbol, una vez acabara la carrera de medicina, ya que para él, el futbol era un divertimiento y que lo practicaba por amor al arte.

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El presidente Don Paco Román le hace entrega de un obsequio a Martorell, tras un amistoso 

Por ese motivo, decidió que la medicina sería más productiva para su carrera, ya que el futbol estaba muy bien, pero con una fecha de caducidad. Por lo que anunció al club su intención de dejar el futbol. Este anuncio sorprendió a los dirigentes blanquiazules y más con la marcha obligada de Trias al Murcia, ya que debía de realizar el servicio militar en Cartagena.

La directiva presidida por Paco Román suplicó a Martorell que siguiera ese año, ya que si no dejaría desguarnecida la portería espanyolista. Alberto tras esta circunstancia, accedió a las presiones del club y se comprometió ese año a seguir defendiendo la meta blanquiazul. De hecho, el presidente le quiso conquistar regalándole un coche, pero Martorell rápidamente desestimó viendo lo sucedido la anterior ocasión.

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Desviando un balón a córner

Martorell afrontaba su última temporada como futbolista de élite. Lo cierto, según reconoció, había perdido parte de su motivación, ya no disfrutaba de los partidos como antaño, incluso estos se les hacía largos. En cuanto a la temporada blanquiazul en la Liga, fue más tranquila que las dos anteriores, pero tampoco brillante. Las alegrías vinieron en la Copa, donde el Espanyol logró alcanzar las semifinales, donde el Athletic Club fue el rival. El partido de ida los blanquiazules no pudieron pasar del empate en Sarrià (0-0), por lo que la eliminatoria se antojaba muy complicada de superar, teniendo como rival a los leones en San Mamés.

Ese fue el último partido oficial de Martorell, el 10 de junio de 1945, en la vuelta de la semifinal de Copa en San Mamés. Los blanquiazules salieron a sorprender a los locales y a punto estuvieron de lograrlo al cuarto de hora del encuentro, cuando Agustí de un tiro formidable sorprende a Lezama, pero el balón sale por poco fuera. Esa gran ocasión pudo cambiar el signo del encuentro, pero la realidad es que posteriormente el potencial rojiblanco fue un rodillo que poco o nada pudo hacer el Espanyol, salvo caer con honor y mereció un resultado más honroso, ya que nunca dejó de buscar la portería bilbaína, no en vano, los blanquiazules lanzaron 7 corners por tan solo uno el Athletic. Cabe decir, que Martorell poca cosa pudo hacer para evitar los cuatro goles locales.

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Martorell era el capitán del equipo

La atmósfera del encuentro para Martorell fue muy especial. Por la mañana, la radio local de Bilbao lo entrevistó en directo para despedirse de la afición rojiblanca. Ese exquisito trato, se trasladó en el mismo terreno de juego, desde que saltó al verde, donde los aplausos atronaron en San Mamés, conocedores de su adiós al mundo del futbol. Esa ovación, aún se incrementó cuando se fundió en un emotivo abrazo con el capitán local Bertol. Y al finalizar el encuentro, el club bilbaíno le obsequió con una pitillera, donde se volvieron a repetir los mismos gestos de afecto hacia la persona de Martorell. Sin duda, fue un emotivo detalle de los vizcaínos que Martorell no olvidaría nunca.

athleticAthletic Club de Bilbao: Lezama, Bergareche, Mieza, Celaya, Bertol, Nando, Bilbao, Panizo, Zarra, Garate y Gaínza.

espanyolRCD Espanyol: Martorell, Teruel, Casas, Veloy, Fábregas, Llimós, Ortí, Jorge, Segarra, Calvo y Agustí.

Árbitro: Señor Celestino Rodríguez.

Goles: 1-0: Zarra, min. 26. 2-0: Gárate, min. 55. 3-0: Zarra, min. 58. 3-1: Agustí, min. 63. 4-1: Gaínza, min. 83.

Incidencias: Partido correspondiente a la vuelta de las semifinales de la Copa del Generalísimo disputado en San Mamés el 10 de junio de 1945. Llenó absoluto, registrando la mejor entrada de la temporada. Temperatura muy agradable y ambiente festivo en las gradas, donde el Espanyol fue recibido y despedido con aplausos.

NO ACABA SU VINCULACIÓN CON EL CLUB

Martorell pese abandonar la práctica del futbol, siguió vinculado al RCD Espanyol, primero recibiendo un más que merecido homenaje el 22 de diciembre de 1946. El homenaje se demoró tanto, para encontrar una fecha idónea, ya que el club tenía la intención de hacerlo un año antes, pero el choque entre el Barcelona y el Athletic en la Copa de Oro “Argentina”, organizada por la Federación Catalana de Futbol, que equivalía a la actual Supercopa, impidió que se hiciera dicho acto.

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Abandonaba el futbol en el año 1945

A pesar de que el futbol catalán y español, se volcó en dicho homenaje, la entrada que registró Sarrià fue bastante pobre, también debido al fuerte viento que azotaba la Ciudad Condal ese día. El choque fue entre el Espanyol y el Nàstic de Tarragona, donde los blanquiazules se impusieron por 2 a 0. Antes de iniciar el encuentro, Martorell, acompañado de su esposa, saltó al terreno de juego para hacer el saque de honor. Se le dieron diferentes obsequios, entre ellos destacar un libro con la firma de los jugadores del resto de equipos del futbol español, reconociéndole su brillante etapa como portero. Como curiosidad, al descanso del partido, se hizo un breve partido de veinte minutos entre un combinado de periodistas catalanes y el Colegio de árbitros de Catalunya, para delicia de los asistentes. Y es que ningún estamento quiso perderse el merecido homenaje a Alberto Martorell.

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Martorell de paisano a punto de hacer el saque de honor

Destacar que en esa misma temporada, Martorell fue nombrado miembro de la Junta Directiva del club blanquiazul presidida por Paco Román, como reconocimiento a su carrera en el Espanyol, el 20 de octubre de 1945. Aunque su estancia en la directiva solo duró un año. Posteriormente, también fue directivo bajo la presidencia de José Fusté, entre los años 1963 y 1966.

Martorell fue directivo del club en dos etapas

DOCTOR MARTORELL

Una vez finalizada la carrera como futbolista profesional se convirtió en el colaborador más estrecho de su hermano Fernando, en el increíble proceso de la creación de la nueva especialidad médica, la Angiología y sus consecuencias derivadas. Esta especialidad se ocupa del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de los vasos sanguíneos (arterias y venas) quedando excluidos el corazón y las arterias intracraneales. Los Martorell para estudiarla y darla a conocer a fondo, fundaron una revista, formaron una sociedad científica, convocaron congresos o jornadas angiológicas españolas y cursos de formación de especialistas.

Conviene no olvidar, el elevado nivel de prestigio científico y profesional en aquella época de Fernando Martorell y sus colaboradores del departamento de Angiología del Instituto Policlínico Platón de Barcelona, que les permitió la iniciativa y la aceptación, por parte de la comunidad científica internacional, de la nueva especialidad de Angiología, cuyo primer congreso presidió en 1951 en Atlantic City.

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Alberto al fondo, delante su hermano Fernando

El mismo Fernando Martorell, al relatar el proceso en el prólogo de su libro Angiología, estima que «para crear una nueva especialidad es conveniente fundar una sociedad científica y tener una revista». Pues bien, el 7 de julio de 1959 se constituyó en Barcelona la Sociedad Española de Angiología por iniciativa de Alberto Martorell, José M. Zaldua y Francisco Gutiérrez Vallejo, y en enero de 1949 (un año antes que las anglosajonas Angiology y Circulation) se publicó el primer número de la revista Angiología , figurando como redactores: Albert Martorell, J. Valls-Serra, L. Oller-Crosiet, Víctor Salleras y Tomás Alonso.

Durante 44 años Alberto Martorell lo fue todo en la revista Angiología , corrigiendo originales, gestionando la correspondencia y responsabilizándose del resto de apartados clásicos, como eran “Extracto de revistas”, “Crítica de libros”, “Información” y “Galería de angiólogos ilustres”. Y todo ello, con el mérito de no disponer de las tecnologías de hoy en día. Sus dos hijos, Albert y Mari Paz, también siguieron sus pasos como angiólogos-cirujanos vasculares.

VEINTE AÑOS DEL FUTBOL ME ENSEÑARON QUE…

Así se titula el libro que escribió Alberto Martorell el año 1945 y que se publicó en 1948. En él, Martorell quiso reflejar y explicar el futbol, tanto su reglamento como los actores que lo componen, desde el jugador hasta el aficionado, pasando por los periodistas que le rodean. En definitiva explicar al lector lo que es el futbol y todo su entorno. En los dos últimos capítulos del libro explica cómo es la vida de un futbolista y también da a conocer varias anécdotas que vivió o simplemente le contaron. Al contrario de lo que pudiera parecer, no se trata de un libro autobiográfico, sino más bien didáctico sobre el futbol y su entorno.

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Portada del libro

De las trece anécdotas que explica Martorell en su libro, haremos reseña a la última de ellas, donde explica que en una concentración en un Hotel de Madrid en pleno verano, por lo que todas las ventanas estaban abiertas. Los jugadores estaban alojados en los pisos superiores y a uno de ellos, sin poder conciliar el sueño, se le ocurre sorprender a uno de sus compañeros de otra habitación, ya que las cornisas que estaban debajo de las ventanas daban esa posibilidad, con cuidado eso si, de saltar a la ventana de la habitación del lado. El jugador inconsciente, se enfila a la cornisa, que estaba a unos veinte metros de altura, y da el paso a la cornisa de la ventana del lado. Observa y ve a un hombre estirado en la cama, con la luz abierta, leyendo un periódico. El jugador convencido que era un compañero suyo, ya que ese compañero tenía la misma maleta que ese señor al que no se le apreciaba la cara y también el mismo periódico. Era demasiada coincidencia para que no fuera su amigo. Saltó dentro de la habitación y lanzó un grito para asustar al huésped que estaba en la cama, con la sorpresa desagradable que no era uno de sus compañeros, sino un desconocido que montó en cólera. Tal lío se montó, que el jugador le temblaron tanto las piernas que no pudo volver a saltar por la cornisa. Afortunadamente, el malentendido no fue a mayores y todo acabó como una simple anécdota, pudiendo salir el jugador por la puerta con un cigarrillo rubio en la mano, para atemperar los nervios sufridos.

Reseñar, que a la hora de escribir este libro, Martorell tuvo la gran fortuna de recibir consejos del gran poeta y escritor catalán Salvador Espriu.

SU OTRO CLUB: EL BARCINO

Alberto Martorell tuvo dos clubes en su corazón, el RCD Espanyol y el Club de Tenis Barcino. En el el Barcino se hizo socio en el año 1955, donde empezó a practicar más en serio un deporte que más adelante se convirtió en su favorito, el tenis. Posteriormente fue delegado de la sección de hockey sobre patines y también delegado de los tenistas juveniles del club barcelonés.

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Martorell fue un gran campeón senior

En el año 1971, el Club atravesaba una situación muy difícil, tenía un déficit de unos 93 millones de pesetas y la junta le pidió encarecidamente que aceptara la presidencia. Martorell, que otra cosa no, pero un trozo de pan si era, aceptó el reto y lo sacó adelante, tanto fue así, que en 1975 fue reelegido y el 1977, sin acabar el mandato pero habiendo cumplido su misión, se retiró y fue nombrado presidente de honor de la entidad.

Martorell aparte de escribir el libro de 1945 y hacerse cargo de la revista médica de Angiología, también fue director y colaborador del boletín del Club Tenis Barcino durante muchos años.

Además de su brillante trayectoria como futbolista en sus años mozos, en el mundo del tenis, en la categoría de veteranos o como decía él de los “podridos”, también logró varios campeonatos. En los años 1974, 1976, 1979, 1981 y 1982 quedó campeón de España y de Cataluña de tenis con el Club de Tenis Barcino.

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Nunca dejó de practicar el tenis

RECONOCIMIENTOS A SU CARRERA EN EL DEPORTE

Sus logros y admiración de sus compañeros y contrincantes hizo que recibiera muchos galardones y es que Martorell fue un deportista ejemplar. En el año 1978 el Consejo Superior de Deportes, a propuesta de la Real Federación Española de Tenis, le concedió la Medalla de Plata al Mérito Deportivo. También tiene las Insignias de Oro de la Federación Catalana de Tenis, del Club Tenis Barcino y de la Peña Blanquiazul de Barcelona. En 1989, el President de la Generalitat, Jordi Pujol, le concedió la Medalla de Forjador de la historia deportiva de Cataluña.

El Club de Tenis Barcino tampoco quiso olvidarse de su figura. El 13 de marzo de 2013, una vez fallecido, bautizó la pista número dos del club con su nombre. Como no podía ser de otra manera, el Espanyol también estuvo presente, con la presencia de la Consejera del club, Ana María Fusté, en tan merecido homenaje al legendario guardameta que militó tantos años en el Espanyol.

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La pista nº2 del Club Barcino lleva su nombre

MARTORELL: UN NOMBRE CON SOLERA PERICA

Sin lugar a dudas, el apellido Martorell siempre estará ligado a la historia del club. No tan solo con la legendaria estancia de Alberto en la portería perica, sino que también con su sobrino, Ferran Martorell Oliveras. Donde estuvo muchos años como directivo en las etapas de Manuel Meler y Antonio Baró y cogió la presidencia del club en un momento muy delicado. El club tras sufrir uno de los mayores desencantos de su historia, la derrota de la Final de la UEFA de Leverkusen en 1988, descendió el año siguiente a segunda en la promoción de Mallorca, hecho que hizo dimitir al presidente, Antonio Baró, el cual tenía guerras más importantes que lidiar en su carrera, como la de ser Presidente de la Liga de Futbol Profesional. Ese vacío de poder y la negativa del resto de directivos de coger la presidencia, tal y como mandaban los estatutos de la entidad, dejaban al club en una situación muy difícil. Esa negativa, significaba que si ningún directivo hacia el paso al frente, se debía de crear una comisión gestora, encabezada por el presidente de la Federación Catalana de Fútbol. Resultó que en esos momentos, la Federación también estaba a la espera de elecciones y carecía de presidente, por lo que la gestora había de quedar en manos del vicepresidente federativo. Que no era otro que Joan Gaspart, vicepresidente del Barcelona y reconocido anti-espanyolista, aparte de pésimo gestor, como ya demostró más tarde siendo presidente del Barcelona.

Ante ese panorama tan desolador, el Espanyol en segunda y con la amenaza de que lo presidiera Joan Gaspart. Ferran Martorell Oliveras asumió la presidencia, con el compromiso que convocaría elecciones lo antes posible para que hubiera un presidente elegido por los socios, la única vez que los socios blanquiazules han podido escoger democráticamente a su presidente. De esta manera, Ferran Martorell evitó que el Espanyol estuviera en manos de un enemigo declarado del club blanquiazul.

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Alberto Martorell junto a su sobrino Ferran

Se da la circunstancia, que el tío-abuelo de Ferran Martorell, fue Don Genaro de la Riva y su tío Victoriano Oliveras de la Riva, ambos presidentes de la entidad en su momento, por lo que sus vínculos periquitos son de pura cepa. Incomprensiblemente, los dirigentes actuales del club no le reconocen a Ferran Martorell tal presidencia y no tiene su retrato junto al resto de presidentes que ha habido a lo largo de la historia del club. Un hecho ridículo, que seguramente, tarde o temprano, alguien con sensatez reparará.

También el sobrino nieto de Alberto Martorell, Josep María Piera Martorell, fue directivo del club en la etapa de Antonio Baró y de Ferran Martorell, aparte de cofundador de la Plataforma 3.0, que pugnó para arrebatar, sin éxito, la presidencia del club a Daniel Sánchez Llibre en 2004.

EL ESPANYOL NO LE OLVIDA

Alberto Martorell no era muy amigo de ir a presenciar partidos de futbol, le aburría soberanamente el juego practicado desde los 60 hasta ahora, donde la mayoría de equipos miraban más de defender que buscar el gol. Para él, eso era inconcebible y detestaba ver ese futbol, por ese motivo dejó de ir, justo cuando abandonó la directiva del Espanyol, si no lo hubiera hecho mucho antes.

A pesar de ello, Martorell si estuvo en la inauguración del Centenario del club blanquiazul, el 14 de noviembre de 1999. Alberto Martorell fue escogido junto a otras dos leyendas de la entidad, Julián Arcas y Josep Trias, para la izada de la bandera del Espanyol en el Estadio Olímpico, como señal de la inauguración oficial del Centenario de la Entidad, sin duda un momento inolvidable para todo el espanyolismo y especialmente para los tres elegidos que recibieron tal honor.

El último acto oficial del club hacia su persona se produjo el 15 de marzo de 2009, cuando fue invitado al palco, en una bonita iniciativa que hizo la entidad de invitar cada semana a una leyenda del club. Obviamente, Alberto no declinó la invitación y estuvo presente en dicho partido. Parecía que el destino no le quería defraudar y el partido acabó con un emocionante empate a tres goles frente al Mallorca.

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Junto al presidente Daniel Sánchez Llibre en 2009

A la edad de 95 años, El 22 de noviembre de 2011, se apagó la vida del portero que hizo olvidar al gran Ricardo Zamora. Se iba un perico de corazón, un hombre del que nadie nunca habló mal, que se volcó en ayudar a los demás desde su especialidad, la medicina. Un amante del deporte y de sus valores, que pese su retirada prematura, dejó una huella imborrable en el Espanyol, siendo sin duda, una de las figuras más relevantes del club a lo largo de la historia. No quisiera acabar este pequeño homenaje a Alberto Martorell, sin agradecer, a su sobrino Ferran Martorell por su amabilidad a la hora de contar anécdotas y detalles sobre la figura del que fuera legendario portero de la entidad blanquiazul.

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Una leyenda del Espanyol

ESTADÍSTICAS ALBERTO MARTORELL

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INTERNACIONALIDADES DE MARTORELL CON LA SELECCIÓN 

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VÍDEO TRIBUTO A ALBERTO MARTORELL

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Bibliografía: Mundo Deportivo, web oficial RCDE,  La Vanguardia, El País, Marca, Pericos Online, Libros Historia del RCD Espanyol, El Españolista, Veinte años de Futbol que me enseñaron que…, Galeriametges.cat, Finestresdelamemoria.org, Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores, Club de Tenis Barcino.

Fotos: Mundo Deportivo, web oficial RCDE,  La Vanguardia, Marca, Pericos Online, Libros Historia del RCD Espanyol, El Españolista, Galeriametges.cat, Finestresdelamemoria.org.